Una aproximación al toro de lidia
A la última salió en San Sebastián de los Reyes algo aproximadamente parecido al verdadero toro de lidia.
A la última: también es mala idea.
Debe de ser para qu el público no pueda comparar (el público pagano lo llaman; tiene gracia). Lo hacen así en otras plazas, incluso las de campanillas: dejar para el final las corridas de toros-toros, y así van colando de matute los toros aparentes para las figuras. Por ejemplo la de Las Ventas, que es la primera del mundo y, por ende, la primera de la Comunidad de Madrid. La de San Sebastián de los Reyes, en la Comunidad madrileña es la tercera. Se llama así y de esta manera figura en el frontispicio de su puerta grande: 'La Tercera'.
Por principios y por intenciones que no quede: parece que lo de tercera se queda corto, y quieren convertirla en la ínfima. Para que una plaza de toros tenga una mínima justificación ha de salir en ella el toro. No el bochornoso ganado que han estado soltando en San Sebastián de los Reyes durante toda la feria, cuya desmedrada presencia e intolerable invalidez produjeron lidias infames, triunfos que en aquellas condiciones hubiesen producido vergüenza,si la hubiera.
Y así cada día hasta que llegó la última función y soltaron en La Tercera una corrida de Partido de Resina que por presencia y por comportamiento se ajustaba a lo que debe ser -y es- el auténtico toro de lidia.
No hubo ninguno de trapío y romana especial. Por el contrario eran terciados, aunque cumplian todas las prescripciones exigibles en el verdadero toro de casta brava. Y el público los aplaudió al saltar a la arenal; e infundieron el respeto inherente a los de su raza.
Llamaron la atención las encornaduras, bien puestas y astifinas, cuando las de los días anteriores aparecían desmochadas, principalmente si los abecerrados especímenes portadores de semejante infamia estaban reservados para quienes van de figuras.
Los de esta corrida final no son figuras ninguno -aún- y asumieron su papeleta con mayor dignidad que quienes ya han obtenido esa categoría. Y consecuentes con su condición,de una u otra forma se jugaron el tipo.
Hubo un lote de cuidado, que le correspondió a Juan José Padilla. No es que se tratara de barrabases, mas sí del clásico toro cuya casta le hace desarrollar sentido si no se le domina desde el primer capotazo. Padilla estuvo con estos toros muy bullidor, banderilleó al primero sin el adecuado ajuste y les intentó a ambos los naturales y derechazos hasta que tanto uno como otro le achucharon buscando el bulto. Y determinó no complicarse la vida, y abreviar.
Grata sorpresa constituyó la torería de Eduardo Flores, un diestro local que apenas torea, y se le vio con un aplomo y un oficio propio de los espadas placeados. En la faena a su primer toro destacaron par de tandas de derechazos, muy bien reunidas e interpretadas con temple y cadencia.
Al toro quinto, manso y dificultoso, tras probar inútilmente algunas suertes, lo aliñó empleando buena técnica y lo mató derrochando valentía.
Para Jesús Millán, que está en edad de merecer y concluye sus actuaciones al alza, hubo dos toros manejables a los que lanceó con aseo y muleteó con pundonorosa entrega. Y se ganó sendas orejas que le valieron para salir a hombros por la puerta grande.
Sobresalieron en sus dos faenas los derechazos, mientras los naturales tropezaron con la escasa codicia de los toros, probablemente porque cuando se echaba la muleta a la izquierda los toros ya estaban saturados de faena. Suele ocurrir.
La última de la feria es en realidad hoy, aunque se trata de rejoneo; otro concepto, distintos planteamientos, ya se sabe. La feria-feria, por tanto, se va con el estigma de haber envilecido el toro-toro. Cierto que siendo una plaza de tercera no se podría exigir que sacaran el Jaquetón. Mas el toro auténtico sí, y no lo hubo. Hasta que salió lo de Partido de Resina. Al final, por si acaso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.