Los urbanos de Barcelona, aburridos

Según parece, en Barcelona no se cometen suficientes tirones de bolso ni actos de vandalismo para tener ocupados a todos los guardias urbanos en plantilla. Tampoco hay suficientes atascos por las obras para que no se aburran mientras velan por los ciudadanos. Si no, no me explico que me pararan mientras esperaba pacientemente delante de un semáforo en la Diagonal. Tampoco entiendo que se quedaran mi documentación y me hicieran llevar el ciclomotor que conducía hasta el cuartel, donde lo inmovilizaron con diligencia.

Para quien se pregunte qué terrible delito he cometido para merecer todo esto, debo confesar el crimen: hace exactamente dos semanas -festivos incluidos- expiró el plazo para cambiar el color de la matrícula. Y, por si fuera poco, el ciclomotor era prestado y el propietario estaba de vacaciones a varios centenares de kilómetros de Barcelona.

En resumen, no sólo tengo que ir a pie, sino que me ha caído encima un galimatías legal y burocrático de pesadilla; además, claro está, del más que considerable coste económico del incidente. Por todo lo cual, delincuentes (¡por favor!), entretened a los urbanos. A ver si así nos dejan vivir en paz a los demás.