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Columna
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Hemodiálisis

Sea o no la empresa Baxter, SL, la culpable de las muertes de los seis pacientes dializados con sus aparatos supuestamente defectuosos en la clínica Virgen del Consuelo, ésta era la medalla que le faltaba al consejero de Sanidad, Serafín Castellano, para consolidar su brillante palmarés. Que la alarma de su consejería no saltara a las tres primeras muertes no viene sino a confirmar el inmenso grado de vulnerabilidad de los ciudadanos ante los ya habituales estados de emergencia de la sanidad valenciana. Aunque ahora se trate de enfermos nefríticos, y por tanto pluripatológicos, que al día siguiente de instalar un nuevo dializador Althane A-18 en la clínica palme un paciente y no pase nada, es sospechoso. Que un día después muera otro y a nadie se le ocurra mirar, es para ponerse a temblar. Y que cinco días después fallezca otro paciente y ni a éste ni a los dos anteriores les sea practicada una autopsia, ya es para ir pensando en salir por piernas. Pero que luego, en medio del estropicio y con al menos seis muertos, Serafín mande a un propio, Marciano Gómez, que, rindiendo un homenaje a su patronímico, trate casi de chalados a cuantos le preguntasen por qué no se realizaba ahora una investigación con los tres primeros cadáveres, es para rendirse sin condiciones. Lo de Serafín, que en paz descanse, no lo arregla ya ni la orfebrería informativa realizada por Genoveva Reig en Canal 9, solapando primero la noticia entre las llamas del incendio de Xert, y luego dividiendo los seis muertos en una confusa coreografía aritmética de tres y tres, incluso haciendo lotes más reducidos por sexos, para evitar dar el volumen total de cadáveres. El mecanismo de protección para atajar los contratiempos sanitarios, que a lo largo de los seis años de gobierno del PP han sido profusos, se ha demostrado poco operativo. Los hechos subrayan la conveniencia de habilitar un organismo que se encargue de velar no solamente por la seguridad de la asistencia sanitaria, tanto pública como privada, sino por su calidad. Sobre todo, para que la alarma salte cuando haya un problema, y no nos acostumbremos a ese aterrador suma y sigue que ha singularizado la política sanitaria del PP.

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