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Reportaje:

Este paisaje queda derogado

Los vecinos de La Herradura deciden en un referéndum eliminar el Paseo Marítimo del pueblo

La belleza de las ciudades no tiene que decidirse por decreto. El urbanismo también puede votarse. Así, al menos, lo han entendido los vecinos de La Herradura, un anejo del pueblo granadino de Almuñécar que aspira a la independencia y en el que la noche del pasado jueves se hizo una consulta popular para que sus habitantes decidieran en referéndum si quieren o no que se derribe un paseo marítimo recién construido junto a la playa. La inmensa mayoría votó por la demolición. El martes se harán oficiales los resultados. En La Herradura, el gusto es democrático.

El Paseo Marítimo, de más de un kilómetro de longitud, recorre una de las playas más hermosas de Granada y separa la zona de baño del pueblo. El proyecto, obra del arquitecto César Portela, era una preciosidad sobre el papel: un paseo de madera que, en algunos de sus brazos, se alzaba una decena de metros por el rompeolas, y en otras zonas se adentraba en el pueblo. Cuando se sometió a exposición pública, nadie se opuso. Estéticamente era hermoso.

Los problemas llegaron cuando se ejecutaron las obras. Las maderas no eran sino traviesas usadas de ferrocarril, empapadas aún de combustible, torcidas, astilladas, agrietadas. Su colocación en alto, a unos cincuenta centímetros sobre el nivel del suelo para permitir el paso del agua por debajo, dio lugar a los bajos se convirtieran en basureros subterráneos. Pero lo más sangrante fue la decisión de hacer que uno de los brazos del paseo discurriera por encima de la rambla del pueblo, a cuyos lados se extienden bloques de apartamentos. El interior de cada uno de ellos queda totalmente expuesto a la vista de los transeúntes. Muchos de los propietarios tienen que cerrar a cal y canto puertas y ventanas para mantener su intimidad. Otros han decidido vender.

No sólo eso. El paseo impide, por la ubicación de sus traviesas, a modo de una vía de tren, que lo puedan utilizar personas en sillas de ruedas, carricoches, gente con muletas o simplemente con zapatos de tacón. Tampoco hay bancos. El sol y la humedad se abaten sin clemencia sobre la madera, deteriorándola. Ante las críticas vecinales, los responsables del anejo, gobernado por el Partido para la Independencia de La Herradura (PILH), decidieron convocar una asamblea popular y decidir si se quita el paseo y se levanta uno nuevo. La Dirección General de Costas, responsable de las obras, se comprometió a respetar el voto. La noche del jueves, más de un millar de herradureños acudió a la asamblea. Votaron a mano alzada que no al paseo, que quieren otro. Luego escribieron sus sugerencias. Pero la opinión es previsible. 'Ese paseo es un desastre', explicaba una vecina, Maribel Barbero. El voto popular parece unánime: a veces se puede corregir lo que se decide en los despachos. El paisaje quedará derogado.

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