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A LA MANERA de Javier Marías | GENTE
Columna
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SIN ALMA

La traductora de mis libros al sánscrito me ha escrito una carta en la que se muestra indignada por el hecho de que no me hayan incluido entre los escritores imitados en una columna que perpetra en esta página Sergi Pàmies, conspicuo culé culpable de publicar la traducción castellana de sus libros en una empresa dirigida por un editor malvado. No quisiera parecer presuntuoso ni iniciar otra de las agotadoras reyertas en las que suelo enzarzarme con púgiles de distinta pegada, ni que esto suene a pataleta de solterón merengue, pero lo cierto es que, de entrada, comparto la opinión de mi traductora respecto a esta desalmada marginación. No sé a ustedes, pero que tipos como Jiménez Losantos, que alimenta un odio hacia EL PAÍS digno de villano de película de Orson Welles, o que un ex censor presunto plagiario merezcan la atención de dicha columnita no deja de parecerme otra prueba del naufragio que sufre una empresa con la que, a tenor de los hechos, tendré que replantearme seguir colaborando. Pase que su sección de cultura silencie las buenas noticias que tengan que ver conmigo, pase que, por bellaquería o voluntad de escarnio, se tergiversen mis discrepancias con uno de los -no recuerdo cuál- hermanos Goytisolo, pase que se minimice la influencia de Juan Benet en la mejor literatura actual y que, con una viscosidad similar a la del café que servían en la Senior Common Room de la Universidad de Oxford, algún oportunista se arrime a mi sombra para que le cobije. Nada de eso me afecta. Lo que más me solivianta es que este suplemento renuncie a contar con, por ejemplo, mis recuerdos sobre los veraneos de mi familia en Soria, mis opiniones sobre los guiris o un ensayo sobre la falta de aire acondicionado en la obra de Faulkner. Sería falsa modestia negar que me habría gustado escribir en la Revista de Agosto, junto a Elvira Lindo, pero, pensándolo mejor, me ahorraré el berrinche y llegaré a la conclusión de que, de la misma manera que es un honor contar entre mis enemigos con los Querejeta en pleno y entre los que echan pestes sobre mí con críticos que aspiran a ser Vladimir Nabokov y se quedan en Jesús Mariñas, también lo es no participar, ni por la vía de la imitación, en esta enésima maniobra de la mafia catalana que mangonea EL PAÍS y que tiene en Pàmies, catalán converso y de adopción, al más mediocre de sus esbirros.

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