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Greenpeace acusa al Consejo de Seguridad Nuclear de obviar el deterioro de Garoña

La organización ecologista alerta sobre el agravamiento del problema de las grietas

Buena parte de los tubos que atraviesan la parte inferior del reactor de la central nuclear de Garoña, ubicada en la provincia de Burgos pero muy cerca de Álava, tienen grietas. La organización ecologista Greenpeace aseguró ayer de que este problema, descubierto en 1981, se agravado con el paso del tiempo a pesar incluso de las medidas adoptadas por los responsables de la central para frenarlo. Greenpeace, que aboga abiertamente por el cierre de Garoña, acusó al Consejo de Seguridad Nuclear de 'hacer la vista gorda' ante el deterioro de la central.

La central nuclear de Garoña, ubicada en el valle de Tobalina, empezó a funcionar en 1971 y es una de las más antiguas de España. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) prolongó en 1999 por diez años su vida útil, algo que el responsable de la campaña de energía nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, califica de 'insensatez'. El 68% de los tubos (cuya denominación técnica es penetraciones) existentes en la vasija del reactor de la central burgalesa presenta grietas causadas por la corrosión, según los ecologistas.

Fuentes de la central nuclear restaron importancia a las críticas de Greenpeace y aseguraron que éstas se repiten todos los años durante el verano, informa la agencia Efe. Las mismas fuentes de Garoña recordaron que es la central quien informa al CSN sobre la situación de las grietas, que, aseguraron, no son un problema específico de Garoña, sino de todas las centrales nucleares. La empresa Nuclenor gestiona la central. Iberdrola es propietaria del 50%.

En concreto, los tubos que presentan grietas son 66 de las 97 existentes, según los datos difundidos ayer por Greenpeace. Éstos se basan, explicó Carlos Bravo, en una información que pidió al Consejo de Seguridad Nuclear y que éste le facilitó el pasado mayo. La organización ecologista explicó que por estos tubos deben pasar 'las barras de control, cuya función es parar la reacción nuclear'.

A lo largo de los años, se han ido colocando sellos mecánicos en los tubos más dañados. En este momento, 55 de ellos tienen instalados 'sellos mecánicos'. Greenpeace considera que esta medida -'salvando las distancias teconológicas, es equivalente a instalar un parche para tapar un pinchazo en la cámara de una rueda', dice el comunicado- ha fracasado por dos motivos. En cinco de los tubos en los que se instalaron sellos mecánicos ha habido que repetir la operación años después. En uno de ellos, recalcó Bravo, ha habido que hacerlo incluso por tercera vez. La otra razón del fracaso es, a juicio de la organización ecologista, que esta solución no ha logrado frenar el avance de la corrosión en los tubos que ya tienen ese sello mecánico. Un informe encargado por Greenpeace a expertos alemanes sobre el estado de estos elementos de la vasija de Garoña recomendó en 1994 sustituir los tubos con grietas por otros de un material más resistente a la corrosión, reveló Bravo. Éste admitió que el deterioro de los tubos se ha ralentizado en los últimos años.

De todos modos, a su juicio, 'resulta cada vez más inadmisible' que el CSN 'no se plantee el cierre urgente de esta obsoleta y peligrosa central nuclear', pese a que 'siguen agravándose los problemas de seguridad de Garoña. Greenpeace acusó al CSN de aplicar una 'política de parches'.

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