_
_
_
_
ESTAMPAS Y POSTALES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nuestro Himalaya

Si se tuviera que establecer una correspondencia litúrgica con el poder sugestivo que ejerce la cresta caliza del Benicadell sobre quienes se ponen ante ella, el caminante antes de acercarse debería quemar junípero y ungirse la cabeza con mantequilla de yak para expurgar su cuerpo, como requiere la ceremonia budista para ser aceptado por el Himalaya. Ésta es la cumbre con mayor carisma telúrico del territorio valenciano para los peregrinos más exigentes, un entorno intacto donde orear el cinismo humano, impregnarse de la integridad y la resistencia de los endemismos y alcanzar una sensación de bienestar que puede que se confunda con la pureza. Éste es nuestro Himalaya.

En los pliegues de este paredón que separa y une las comarcas de El Comtat y de La Vall d'Albaida, están escritos los más bellos versículos de perfección de todas las religiones de mundo, que antes de convertirse en verbo y carne, fueron solamente piedra de placa tectónica sacudida por la coctelera de la geología. Pero para desentrañar la belleza de esos jeroglíficos minerales hay que estar en el altozano de Les Planisses hasta muy avanzada la tarde, cuando el sol se relaja y proyecta sobre la cresta un color sonrosado muy destilado por el alambique del crepúsculo, cuya textura es el objetivo último de toda fe.

Éste es el pezón más sólido del país, y ofrece tantas lecturas como posiciones adopte quien trate de descifrarlo, con el consiguiente riesgo de que, desde la comodidad de instalarse en sólo una de ellas, las demás puedan parecer poco ortodoxas, incluso sacrílegas, cuando no apóstatas. De la potencia parabólica que el tozal alcanza desde la perspectiva de las estribaciones de la sierra del Buscarró, en Quatretonda, al perfil de cuchillo desafiante que adquiere desde L'Orxa, hay un abanico de registros muy plural y de gran plasticidad. El Benicadell sólo es unívoco desde la cima. Allí, por emplear la expresión de Cavanilles, 'es más fácil sentir que expresar'. Si el penitente está limpio, la tramuntana o el poniente se encargan de despejar las neblinas, y al llegar a lo alto el día se vuelve claro y adopta una transparencia que convierte lo lejano en próximo. Desde el vértice geodésico se puede hacer un hondo ejercicio de 'memoria geográfica práctica', como diría ese Cavanilles velocípedo llamado Paco Tortosa: todo lo que uno ha aprendido está allí abajo. Todos los huesos del esqueleto del país están al alcance de la vista, y uno puede reconstruir el cuerpo del territorio a 1.104 metros de altitud, con el rostro iluminado por el fogonazo blanquizal del valle.

Pero quizá porque aquí se confunde la tierra con el cielo, siempre hay alguien que le quiere clavar una cruz y apropiárselo. Hay un cura en el valle que ha dejado la imagen de una virgen en una gruta de la sierra, a la que ya llama Virgen del Benicadell, y que ha empezado a traer a sus feligreses para encender cirios y poner a prueba los recursos de la brigada forestal encargada de la vigilancia, que tiene que acudir enseguida para evitar que ese fervor cristiano carbonice toda la umbría. A nada que se descuiden los forestales, ya habrán empezado a vallar y a poner suelo de Porcelanosa. Incluso ha surgido otro párroco que mueve a sus fieles cada nochevieja para profanar este santuario vociferando a la entrada del año nuevo y celebrando allí el cotillón. Por eso hay ya menos setas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_