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Un hombre mata a su compañero de piso durante una pelea doméstica

La reyerta se desató por el volumen del televisor

Oriol Güell

Una vecina declaró que a las 15.45, al llegar del trabajo, vio al presunto agresor, con manchas de sangre en la camiseta y los vaqueros, charlando con aparente normalidad con otra persona frente al inmueble.'[El agresor] se quedó más de 20 minutos delante de la casa charlando con un amigo. Luego gritó que llamáramos a la policía porque había un herido y se sentó en un banco frente a la casa. Es increíble la sangre fría que tuvo. No se movió de allí hasta que la policía le apresó', explicó una vecina que vive en el piso superior.

Esta mujer afirmó que el rellano del piso de la víctima estaba lleno de sangre, que aún podía verse cuatro horas después del suceso. 'La puerta estaba cerrada. El hombre debió de morir dentro mientras el otro [el agresor] charlaba fuera', añadió la mujer. La juez de guardia, que ordenó el levantamiento del cadáver a las 17.45, confirmó que el cuerpo estaba dentro del piso.

Por ello, los vecinos especularon con la posibilidad que el fallecido hubiera tratado de huir arrastrándose. Desde el piso superior al del homicidio podían verse, a las seis de la tarde, a agentes del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía, al cargo de las investigaciones, examinar otras manchas de sangre en la cocina. Los vecinos aventuraron que allí empezó la pelea. 'Los gritos y la rotura del cristal venían de la cocina', dijo la vecina del piso superior.

Fuentes policiales confirmaron que un cuchillo, posiblemente de cocina, causó las heridas, pero no concretaron si el arma homicida fue encontrada en el piso.

En la vivienda vivían los dos protagonistas de la pelea con otra mujer. Los vecinos creen que éstos alquilaban parte del piso (de unos 100 metros cuadrados), a otros compatriotas. El grupo era 'muy ruidoso', según la vecina. 'Todos los viernes y sábados por la noche se juntaban varias personas y ponían la música muy alta hasta muy tarde. También gritaban y se peleaban'.

La calle del Cristo de la Victoria está en un barrio de edificios de cinco alturas de ladrillo rojo. En los últimos años ha crecido mucho la población inmigrante en él, 'sobre todo suramericanos y marroquíes', comentó María del Carmen Sánchez, de 72 años.

Este crecimiento de la población inmigrante levanta recelos entre algunos vecinos del barrio, aunque la mayoría de ellos 'trabajan como burros y no dan ningún problema', aseguró otra vecina.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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