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Tribuna:ATLETISMO | El fantasma del dopaje
Tribuna
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Perdonadme si muero ahogado

Existe un afán exagerado por convertir cualquier duda en una fórmula exacta. Saber ante quien estamos en un instante echando un vistazo a su cara, sus manos o su fecha de nacimiento. Conocer la fórmula química del enamoramiento y en qué parte del cerebro se desarrolla... Descubrir las costumbres sexuales del milenario y congelado hombre del Himalaya... Pronto nos conoceremos con tanta precisión como los mecánicos a los coches. Menos mal que cuando esto suceda, y seamos unos robots sin preguntas ni misterios, los ingenieros de la vida nos podrán retocar los genes encargados de sentir asco y pena por nosotros mismos. Y así poder seguir... ¿avanzando?

Algunos atletas pasan tanto tiempo en las pistas y dejan en ellas tanto de sí mismos que llegan a creer que el Universo es rojo, que los círculos son cráteres lunares, y los martillos y los discos, cometas y ovnis. Y las líneas blancas, estelas de grandes estrellas, como ellos. Algunos ni necesitan hacer récords para autoproclamarse soles, dioses supremos.

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En este Universo particular no pueden faltar las cámaras espaciales, la repercusión galáctica, el triunfalismo cósmico... Sin esto, la estrella no está completa. En esos instantes de máxima espiritualidad, las afirmaciones no conocen limites. Aproveche, señora, si tiene alguna duda existencial y pregunte al crack... Respuesta asegurada.

Me imagino la planta oncológica de cualquier hospital del planeta, repleta de niños, jóvenes y no tan jóvenes, pero con las mismas ganas de vivir. Recuerdo a muchos compañeros de este deporte que han pasado por esto. Gente sana, sin vicios ni trampas. Unos que ya no están -Enriqueta, Daniel...- y otros que siguen peleando. Amigos de mis hermanas y primos, chavalitos normales con tumores y problemas cardiacos. Parece que cada vez sean más y cada vez más jóvenes.

La medicina evoluciona, como todo. Unas cosas están menos confusas que otras: creo que la extirpación de un menisco está más controlada que el origen y el tratamiento de los tumores y de tantos virus y enfermedades nuevas.

En el campo de las analíticas contra el dopaje sigue habiendo muchas lagunas. Pero últimamente una superestrella propone un método, detecta tramposos de gran fiabilidad y economía con el que descubriremos la verdad del atletismo: el método consiste en esperar... Paciencia, paciencia... A atleta de élite fallecido por cancer: ¡TRAMPOSO! Muerte por accidente cardiovascular: ¡TRAMPOSO! Por sida, accidente en carretera...: NO VALORABLE. Hasta se podría crear una nueva modalidad con récord: ¡La del tramposo mas longevo!

Debe de ser que estoy algo tonto: a ver si es que dando brincos y tirando lanzitas por ahí, uno se va creando una burbujita a su alrededor que le protejerá y le hará más inmune a padecer estos terribles males que afectan a los malos y pecadores. ¿Alguien se atreverá a asegurar que a él no le podría aparecer un tumor este año? Sí, siempre hay algún imbécil. Propongo crear otra especialidad: la del plusmarquista de la frivolidad.

Me dio pena, después de lo de Florence Grifith, ver en la prensa a medicuchos irrespetuosos hacia su persona y los suyos utilizando la noticia como carroña para lucir ignorancia y estrechez humana. Ahora es el turno del pobre Chelimo. 'Los mató el dopaje' ¡Olé! Me pregunto si, cuando a estos nuevos sabios se les muera su pura madre o su purísima hermana o el estupendo de su hijo, van a hacer un diagnóstico tan preciso de su muerte y van a consentir que cualquier monigote grite a los cuatro vientos cosas como las que ellos dijeron. Seguro que no. Porque los atletas no somos personas. Sólo somos atletas. Vivimos pensando en las pistas. Sólo hablamos de atletismo y soñamos y amamos sólo eso. ¿De qué ibamos a morir, entonces? De atletismitis generalizada por sobredosis de tartán, por ejemplo. Uno ya no tiene ni derecho a morirse de asco.

Quiero felicitar a estos fenómenos de la vida y la muerte por su valiosa aportación a la medicina exacta de la autopsia telepática adivinatoria. Aconsejarles también campos como la física y las matemáticas, pero sin dejar de rodar por ese Universo infinito, rojo, lugar de las estrellas. Y pedir disculpas si yo, ultrasospechosísimo, tengo el feo detalle de ahogarme en la playa o caer de un décimo piso uno de estos días.

David Martínez es lanzador de disco.

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