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Reportaje:YESA (NAVARRA) | VIAJE POR EL EBRO (25)

YESA Y CEMENTO

Tras la huella de Nooteboom y Benet, el viajero se mete en polémicas: el pantano y el Plan Hidrológico

El viajero se ha levantado muy temprano y esa circunstancia siempre le produce una gran estupefacción. La noche anterior la pasó en Sos del Rey Católico, impulsado por la inercia patriótica que le hace rodar el espíritu desde hace unos días. Aunque ya era tarde y estaba cansado, todavía aprovechó una grieta de luz para ver la casa donde nació el Rey Fernando. Luego de comprar garbanzos de la Tierra de Saso cenó en el parador. Cees Nooteboom hablaba de él en su libro El desvío de Santiago. Allí pasó varias noches de invierno como único señor del castillo. Otra noche se cruzó con un inglés que también leía y escribía: 'Nuestras miradas se evitan mutuamente, como perros que saben que tienen la misma enfermedad'. Cenó de una manera sorprendente, cardos, borrajas y un bacalao estimabilísimo, y cuando quiso que felicitaran de su parte al cocinero le dijeron que aquella noche estaba al mando su segundo. Durmió. Se levantó. Comió otra vez. Uno de los escasos inconvenientes del viaje es que la fisiología pierde su inconsciente automatismo y se percibe demasiado.

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Va camino del pantano de Yesa, en la frontera pirenaica entre Navarra y Aragón. Ha dejado momentáneamente el río y sus valles para poder explicar mejor algunas cuestiones claves que le afectan. No tardará en hacerlo. Pasado Sangüesa unas pintadas en la carretera advierten: '¡Pantanero, no eres bienvenido!'. El pantano de Yesa fue construido a finales de los años cincuenta. Pero ese grito es moderno, de hoy mismo: está dedicado a los que ahora planean su recrecimiento. Para la opinión ecologista, la ampliación de Yesa es la piedra angular del trasvase del Ebro: sin esa capacidad de almacenaje, el trasvase es una ilusión. Para los ingenieros de la Confederación Hidrográfica, el agua de Yesa sólo ha de servir -y así lo dice la ley- para satisfacer las necesidades de Aragón, previstas en el Pacto del Agua. Si las obras acaban ejecutándose, tres municipios pirenaicos verán parte de su territorio inundado. El viajero va en busca del alcalde de uno de esos pueblos, Luis Solana, de Artieda. Así lo dice su cuaderno de ruta. Pero, en realidad, rumia, va al pantano en busca del ingeniero desaparecido.

Nadie, en su viaje, le ha hablado de los ingenieros sin proferir insultos. Tal vez se trate de una oscura venganza: lo más importante, el sueño inalcanzable de muchas generaciones de españoles, era que sus hijos fuesen ingenieros. Hoy se les arrastra por el valle, acusándolos de corruptos, de arrogantes cementeros. Antes se les llamaba para gestionar la vida y hoy se les acusa de diseminar la muerte. Una tarde, en la Confederación Hidrográfica, el viajero le preguntó al ingeniero Antoni Coch el porqué de que hubiesen perdido la batalla y él le respondió que cómo iba a reaccionar la gente cuando le decían que se llevarían su agua. Coch es el cerebro del Plan Hidrológico. Un tipo de una gran inteligencia que sostiene que el trasvase del Ebro producirá pocos daños -y muy localizados: sólo en el delta- y grandes beneficios. El viajero conduce, y piensa en Coch y en Juan Benet y en José Antonio Fernández Ordóñez. Los dos últimos, con sus muertes prematuras, anunciaron el exterminio mediático de la profesión. Ellos estaban en los diarios, y respondían, e incluso eran temibles. El viajero conduce y escribe, que para eso tiene dos manos. Escribe lo que escribió Benet en enero de 1981: 'A mí no me cabe la menor duda de que un día -de imposible fijación en el calendario- los españoles celebrarán la noche de fin de año con uvas recogidas en Almería regadas con agua del noreste. Nuestros sucesores, sin duda muy lejanos, o comerán esas uvas o no comerán ninguna, y quién sabe si esa misma agua, corriendo por la privilegiada diagonal y saltando por los escalones descendentes de las tres mesetas, no vendrá también a alumbrar la misma fiesta'.

¿Quién defiende hoy, con esa prosa feliz, iluminada, en efecto; optimista, profética y creadora los planes de regulación hidrológica? Hoy los planes se defienden por huevos. Estilística aparte, el problema de los huevos es que son muy frágiles. En cuanto a la alegría, está en el otro lado de la calle, en las charangas que anuncian la liberación del río, en la poética, de calidad diversa, que ha logrado convertirlo en un tierno ser vivo amenazado después de siglos de tratarlo como a un maldito bribón que era preciso meter en cintura.

El viajero llega a Artieda. En verano, la vida pirenaica tiene una finura y un frescor envidiables. El invierno, larguísimo y oscuro, debe de ser la pura estación del horror: nieve sucia y vida embotada en las casas; pero ahora sería difícil elegir un lugar mejor para pasar la mañana.

Luis Solana tiene 41 años y está seguro de que el recrecimiento de Yesa no se hará nunca. Que la Unión Europea acudirá en ayuda de la razón y que sus múltiples directivas invalidarán el plan hidrológico por todas sus costuras. Luis Solana está animado y evoca con sorna el 18 de mayo cuando el ministro Matas vino aquí a poner la primera piedra del recrecimiento y cómo después de ese acto no han aparecido ni hombres ni máquinas. Luis Solana asegura que dentro de muy pocos años las grandes obras hidráulicas nos causarán a todos una vergüenza similar a cualquier otro anacronismo. Y Luis Solana cree, finalmente, que las consecuencias de regular el río van a ser peores y que la naturaleza, hay que convencerse, hace las cosas mejor.

El viajero cree que un hombre al que van a inundarle su casa siempre tiene razón.

El pantano de Yesa, cuyo proyecto de ampliación ha levantado una fuerte polémica.
El pantano de Yesa, cuyo proyecto de ampliación ha levantado una fuerte polémica.JESÚS CISCAR

Fronteras de agua

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