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Entrevista:SHEILA CREMASCHI | Directora de la revista 'Intramuros' | LA ENTREVISTA DEL VERANO

'El psicoanálisis sirve para reconocerse imperfectos'

PERFIL

Sheila Cremaschi afirma que ha dedicado su vida a dar alegría a la gente. Y para ello se ha valido de la música cuando fue propietaria del café Mozart, en Buenos Aires; del teatro, también desde ese café; y como coordinadora del Teatro Nacional de Buenos Aires durante cinco años, única vez en su vida que ha disfrutado de un sueldo pagado con dinero público. 'Todo lo que he hecho ha sido sin subvenciones', presume. 'Es algo que constriñe la cultura porque cuando elaboras un proyecto no trabajas pensando en el público, sino en los funcionarios de los que depende la ayuda y ni tan siquiera los conoces, así que se presentan cosas sin sentido, viciadas'.

También ha pisado el campo del arte como una de las organizadoras de la feria Arte Ba, un evento que se celebra en Buenos Aires y que ella equipara a Arco, la de Madrid. Actualmente es la representante de la feria en España, donde reside desde 1997. Su vida ha estado dedicada a la cultura: se define como 'gestora cultural', algo a lo que ha llegado tras vivir a fondo y estudiar historia y técnicas de mercado, mecenazgo, periodismo y gestión en universidades de Argentina, Estados Unidos, Inglaterra y España.

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En 1995 comenzó a editar Intramuros en California, actividad que ha trasladado a España, donde la revista se ha afianzado a base de suscripciones en todo el mundo.

Sheila Cremaschi no acierta a decir de dónde es cuando se lo preguntan. 'Soy hija de Occidente', resume. Nació en Santiago de Chile, por casualidad. Su padre, que era italiano, la apuntó en el consulado argentino y en el de Italia: 'Era muy precavido, no sé de qué le venía esa lucidez, imagínate la de problemas que me ha ahorrado en estos tiempos por tener pasaporte italiano'. Quizá ese cruce de caminos de sus primeros días fue la señal de su futuro nómada. Ha vivido en Buenos Aires, Madrid, varias ciudades de Estados Unidos, en Italia... Ahora lleva cuatro años en España, donde esta agitadora cultural, mujer de teatros, regente de algún cabaré porteño y agente literaria publica la revista Intramuros, dedicada a las memorias, autobiografías, biografías y perfiles. Un foro, con más de 5.000 suscriptores en el mundo -'uno de ellos en China', apunta orgullosa y extrañada-, donde se da rienda suelta al yo, el ego, el superyo, esa cosa tan psicoanalítica que le viene de su parte argentina.

Pregunta. Una revista como Intramuros, ¿la podía haber concebido alguien que no fuera en parte argentino?

Respuesta. El género de la autobiografía es anglosajón. Lo tienen muy desarrollado. Pero una revista que verse sobre eso en español, algo tan centrado en el yo sólo lo podía hacer un argentino, o mejor alguien de Buenos Aires, porque todo eso tiene que ver con la ciudad. El desarrollo del psicoanálisis se ha producido allá. Yo, por supuesto, lo ejerzo. Veo a un psicoanalista italiano una vez al mes.

P. ¿Y qué le aporta?

R. Cuando alguien decide acudir a un analista es que admite que puede mejorar y enfrentarse a las dificultades de la vida. También sirve para que uno se haga preguntas sobre sí mismo. Rebaja la omnipotencia de las personas. Te reconoces imperfecto, lo que para un argentino ya es un gran paso.

P. ¿Qué escuela psicoanalítica cree que va más con los tiempos?

R. Yo me separo del psicoanálisis freudiano. Creen que todo está permitido. Estoy más de acuerdo con Jung, que defiende la responsabilidad de los actos de cada cual para con el universo y los que te rodean. Puedes potenciar tus cualidades siempre y cuando no sean perjudiciales para otros.

P. Desde Intramuros alientan la introspección. ¿Es ése su fin más importante?

R. Dejamos que cada cual explore lo que quiera. Pero a todo el mundo le preguntamos cuál es su sentido de la vida y nadie da respuestas superficiales.

P. Lo hacen desde una óptica que huye de la pomposidad de la cultura.

R. Así es. Para nosotros la cultura es todo lo contrario a la pomposidad. No queremos aburrir a nadie, que nadie huya. Estuve invitada en un seminario en Alemania de periodistas europeos y allí todos reconocieron que los suplementos deportivos se leen más que los culturales. Existe un vacío entre la Universidad, la intelectualidad y la gente. Hay que salvarlo porque sino estamos perdidos. La cultura es como una droga, crea dependencia cuando la pruebas una vez. Pero si no consigues probarla, nunca te alejas de ella. Hay que dirigirse a los niños y a los adolescentes. Si no les ofreces el caramelo en el colegio, no les agarras más.

P. Pero es difícil en un país donde los líderes de opinión son concursantes de Gran Hermano.

R. Cierto. Pero la gente de la cultura tiene una gran responsabilidad hacia el público. No se puede presentar la cultura como algo indescifrable sino como algo radicalmente divertido. Yo, que me considero gestora cultural, he dedicado mi vida a darle alegría a la gente, desde la revista, desde el café que tenía en Buenos Aires, el Mozart, donde hacíamos todo tipo de expresiones culturales. La cultura sirve para divertirse y para que uno se pregunte cosas básicas, para la reflexión. Humaniza al hombre y apunta a lo mejor de su condición. La gente culta huye de la codicia que luego genera cosas como las vacas locas, estimula la sensibilidad.

P. En ese café, durante los años setenta y ochenta, usted agitó mucho el panorama bonaerense, ¿qué recuerda de entonces?

R. Lo abrimos en la época de la guerra de las Malvinas. Yo vivía en Londres y me trasladé a Buenos Aires. Entonces, el país estaba peleado con todo el mundo menos con dos países neutrales, Suiza y Austria. Nos decidimos por el ambiente austriaco. A mí siempre me había gustado la idea de disfrazarme de tirolesa. Así también cumplí mi sueño de abrir un local, toda mi vida la he pasado en bares y cafés, algo que a mi padre, de haberlo visto, le habría disgustado mucho. Me decía que estudiara, pero yo era muy mala alumna y no paraba de repetir: 'No quiero que mis hijas acaben en los bares'. Y mira como terminé.

P. Allí se aprende mucho.

R. Todos los cargos que tienen algo que ver con la cultura hoy en Argentina provienen de lugares alternativos, de cafés donde se hacía teatro independiente. Así que se puede hacer carrera en los bares.

P. Y es buena prueba de que para que exista una cultura viva, la gente debe estar en contacto.

R. En las ciudades en las que la gente no se encuentra no pasa nada, como en Miami o Los Ángeles. Donde no hay contacto físico, no ocurre absolutamente nada. Por eso también Madrid es la capital del idioma español y por eso hemos elegido Madrid como sede para Intramuros.

P. ¿Y ponen condiciones para colaborar en su revista?

R. Tratamos de hacer de la cultura un lugar neutral, donde debe encontrarse todo el mundo, no marginamos por ideologías pero sí por trayectoria. El gran problema latinoamericano es la ética.

P. ¿Es un problema latinoamericano o es universal?

R. Es universal, pero hay proporciones para el robo. En Estados Unidos, hasta el 10% está permitido, el 11 ya es delito, por el 11 vas a la cárcel. En América Latina, no hay límite. Ésa es la diferencia.

La directora de Intramuros, Sheila Cremaschi.
La directora de Intramuros, Sheila Cremaschi.ULY MARTÍN

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