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Regreso a la tierra

Olvidado el jolgorio que le ha rodeado en los últimos tiempos —ascenso a Primera, algún que otro liderato histórico, participación no menos histórica en la Copa de la UEFA...— el Rayo regresa a la tierra. Ya lo hizo en el tramo final de la pasada campaña, cuando, enterrados sus sueños de grandeza, ésos en los que el equipo se sentía encantado de conocerse, se desplomó espectacularmente y sólo se salvó del descenso porque había otros peores.

Abandonó la nave Juande Ramos, harto como estaba de intentar construir un equipo grande en un club pequeño, y se cerró un paréntesis que ha durado tres años. Años inolvidables en los que una plantilla limitada, pero que contaba con un puñado de buenos futbolistas, puso a todo Vallecas a soñar. Llegan nuevos tiempos y la familia Ruiz-Mateos, limitada como se encuentra al gobernar un club que, además de no tener dinero, no tiene afición —llegar a los 6.000 abonados ya se considera una heroicidad—, ha seguido con su política de austeridad, qué remedio, lo que no resulta criticable a la vista de los resultados.

Celebración de un gol de Arteaga.
Celebración de un gol de Arteaga.BERNARDO PÉREZ

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