_
_
_
_
Supercopa de España | FÚTBOL

Como si fuera la Copa de Europa

Diego Torres

La gente quería emociones fuertes. El tipo de liturgia que resulta de ver, por ejemplo, a un Figo mareando a Esquerdinha con cuatro quiebros de riñón, salir del último, centrar la bola y... ¡que Zidane la remate de volea! A ver cosas como esa acudió el público ayer al Bernabéu. Y lo reventó. El estadio se rodeó de colas de fanáticos de verano, ansiosos por ver qué tal encaja Zidane en el Real Madrid. Querían verlo el día de su debú en Chamartín.

Más allá del resultado de un torneo de valor escaso, los parroquianos llenaron las gradas en busca de cosas más sutiles. Más que la Supercopa, querían llevarse el recuerdo de un control, una combinación, una bicicleta. Los gestos de un jugador capaz de darle a un equipo una semblanza grandiosa.

Más información
Raúl está siempre

La avenida de Concha Espina se cubrió de banderas desde media tarde. Soplaban cuernos, corría la cerveza, pululaban excitados los madridistas. Se amontonaban. En una tarde más propia para la playa, los adeptos se dejaron arrastrar hasta el Bernabéu por la enorme expectativa generada en torno a un grupo de jugadores que posiblemente reúnan la mayor carga de creatividad en el fútbol actual.

De modo que cuando llegó el autobús azul con el equipo los alaridos evocaron momentos de verdadera tensión. ¿Jugaba el Lazio en Chamartín? ¿Jugaba el Manchester? ¿Había una Copa de Europa en juego? Nada de eso. Jugaba Zidane vestido de blanco y esa novedad debe suponer una enorme descarga de adrenalina.

El entusiasmo tiene un costado oscuro, que inquieta a jugadores y técnicos. ¿Y si las cosas se ponen difíciles, con Zidane o sin él? Más de 70.000 personas empujaron al Madrid para que rematara el partido desde el comienzo y el equipo les correspondió con elegancia, osadía y buen juego. Pero cuando Iturralde González anuló un gol de Raúl -al parecer, el árbitro había hecho sonar el silbato señalando una falta a favor del madridista antes de que de su bota izquierda saliera el disparo- la vertiente perversa de toda la expectativa creada afloró con violencia. Todo el estadio pidió al árbitro que se marchara: '¡Fuera, fuera, fuera!'. Hubo indignación. En pleno verano y con una Supercopa que a nadie le importa, lo que la parroquia consideró graves errores de Iturralde inyectaron grandes dosis de odio en su ánimo. ¿Cómo puede ser posible que el Madrid-de-Zidane se vaya al vestuario con empate a cero? ¡Y ante un Zaragoza sin más refuerzos que Esquerdinha!

A ratos, el entusiasmo de ver a Zidane golpeando el balón con pie de seda, encendió de orgullo a la grada. Y a ratos, por la sangre de los acólitos de Chamartín corrió vinagre. En pleno verano, y sin nada en juego, el Bernabéu rezumaba indignación ante la escena: su equipo, el Madrid-de-Zidane, tocando y tocando, inventando maravillas al borde del área rival, y... sin comerse un rosco. ¡Para una vez que Zidane comenzaba a conectar con sus compañeros! Para una vez que Del Bosque opta por hacerle jugar con Morientes, Raúl y Figo por delante... Se fue Zidane, pero allí se quedó Raúl para marcar uno, dos, tres goles, convirtiéndose en el máximo culpable de que Zidane, minutos después, levantara con timidez su primer trofeo como jugador madridista.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_