'Ahora tienes que esperar a que te ataque alguna loca'
PERFIL
Es una institución, un secundario de primera magnitud que ha interpretado 300 películas y centenares de funciones y ha trabajado con los mejores directores del país. Para sus amigos del Café Gijón (Manuel Vicent, Álvaro de Luna, Alfonso, El Cerillero...), Manuel Alexandre es, sobre todo, 'una persona buena, honrada y muy ahorradora'. Hijo de fontanero y actor de vocación trágica, Manolito Alejandre (así lo llama Berlanga todavía) se define como un tipo 'de mucha apostilla'. Coqueto y ligón a sus 83, es un gran amante del billar español y la tertulia. Genial actor en Plácido,Los jueves, milagroo El año de las luces, Alexandre promete dar todavía mucha guerra. Su padre fue centenario, y una anécdota suya revela bien la estirpe optimista y un poco surrealista de la que viene este caballero exquisito. Cuando su progenitor se acercaba a los 100, el hijo cogió un resfriado. Su padre le dijo: 'Manolito, convendría que arreglaras bien todas tus cosas, no vaya a ser que me vea solo estos años que me quedan'.
Café Gijón, Madrid. Cinco y media de la tarde. Llega don Manuel, como todos los días. Los camareros lo saludan. Respeto y admiración. Se sienta y pide un té con mucha leche.
Pregunta. ¿Cómo va eso, don Manuel?
Respuesta. Que no empeore.
P. ¿Mucho trabajo?
R. No. Muchos ofrecimientos. Lo que no sé es si algo me divertirá, me gustará o me convendrá.
P. ¿Fase de estudio?
R. Sí.
P. ¿Y cómo se estudia a los...?
R. No digas cuántos. Cuesta más, claro, ¡no es lo mismo tener 30 que 70 cumplidos!
P. Dice Alfonso, El Cerillero, que hace 30 años que lo conoce y que está usted igual.
R. Ya. Cuando veo una foto antigua digo: '¡Joé, cómo era yo!'. Lo que noto es que mi aceptación entre las contrarias ha cambiado.
P. ¿A peor?
R. A distinto.
P. ¿O sea?
R. O sea que cuando eres joven quieres atacar todo lo que ves. Y ahora tienes que esperar a que te ataque alguna loca.
P. ¿Y atacan?
R. Alguna hay. En las profesiones nuestras siempre ha habido. Yo creo que, casi siempre, por interés.
P. ¿Jóvenes o mayores?
R. Especialmente jóvenes, que son las que más ayuda necesitan. Las otras ya están situadas.
P. ¿Ha estado casado?
R. Estuve 11 años con María Luisa Ponte, una gran actriz, y luego un par de años con una modelo.
P. ¿Conocida?
R. Muy poco.
P. Casarse, no se casó.
R. No hacía falta, era con Franco...
P. ¿Perdón?
R. Es broma. Era difícil, había que justificarse enseguida delante del cura. Pero a mí nunca me han gustado los curas...
P. Con esos ojos verdes debía ser todo un conquistador.
R. Siempre he sido castaño con los ojos pardos. Pero unas decían que los tenía grises y otras que los tenía verdes, con lo cual se puede decir que indefinidos.
P. ¿Cómo empezó a trabajar?
R. Con esta figura, delgado y pequeño, no iba para galán. Empecé por casualidad. Durante la guerra estudié Derecho y lo dejé. En el 39, un compañero del cuartel fue a hacer una prueba para una compañía de teatro y me fui con él. Dijeron: 'Nos haría falta un galancito joven'. 'Pues a éste le gustan los versos y recitar', dijo mi amigo. Les recité una oriental de Zorrilla y me mandaron al conservatorio del teatro Alcázar.
P. ¿Y allí aprendió?
R. Este oficio no se aprende. Llegas y, si les pareces bien, te dan trabajo. Luego miras a los demás. Tanto no se aprende que cuando llega una joven recomendada, sale y lo hace, los profesionales nos miramos y decimos: 'Esta chica habla'. Quiere decirse que habla bien a la primera. Y, así, te van dando papeles poco a poco. Pero actor se nace. Aunque mucha gente no lo sabe, la vida está llena de actores magníficos que te engañan y no te das cuenta.
P. No me dirá que el oficio consiste en engañar.
R. Hombre, en realidad estás haciendo siempre de alguien que no eres tú. En algún idioma, actor es sinónimo de hipócrita. Pero los mejores actores están en la vida. Son mucho más espontáneos y convincentes los que tratan de engañar en la vida que un actor ante su público.
P. ¿Ha visto muchos?
R. Fíjate en los que has visto tú y calcula los que he visto yo, que soy mayor.
P. ¿Y quién le descubrió?
R. Estaba en esa escuela y fui a ver a María Boixader, que era pareja de Valentín de Pedro. Los dos eran anarquistas, de la CNT. Ella me oyó recitar ese responso, 'España es otra vez mora...'. Lo hice muy bien, muy dramático, y me dijo: '¡Qué bien, por fin un joven dramático!'. En esa época todos queríamos hacer Hamlet, La vida es sueño, Don Juan Tenorio. Pero cuando volví a la escuela, mi profesora, Carmen Conde, me dijo: 'No te hagas ilusiones, que con esa figura siempre harás papeles cómicos'. Estuve a punto de dejarlo, pero me impresionó tanto la bombilla del teatro vacío en los ensayos.... Me emocionó una barbaridad, era tan misterioso que decidí quedarme, aunque fuera para hacer risas. En esa clase conocí a Fernán-Gómez. Le oí recitar, nos hicimos amigos y cuando acabó la guerra lo contrataron en el Eslava y me llevó allí de meritorio.
P. ¿Con frase?
R. Sí. El marido de Mary Carrillo hacía de chófer y decía: 'Vaya un viajecito, vengo hecho polvo'. Entonces salía yo, tan flaco, cargado con un gran baúl Hartman, y decía: 'Cambio contigo, que más pesan los baúles'. ¡Una carcajada! Entonces me llamaba Alejandre. La x pedante ésa me la puse luego.
P. ¿Y su padre, qué hacía?
R. Tenía un taller de fontanería. Aprendí el oficio por completo. Todavía pongo un canalón en un tejado. Y un baño completo.
P. ¿Cuándo llegó al Gijón?
R. En el 42. Soy el cliente más antiguo, y si bajo al restaurante, me invitan, así que no bajo. En esta mesa me senté muchas veces con García Nieto, Cela... ¡Ay, la arteriosclerosis! Me trajo FernánGómez. Como me gustaba escribir, me dijo que había una tertulia de escritores y que se pasaba muy bien.
P. ¿Y qué fue de la escritura?
R. La dejé, porque publiqué dos cuentos en la revista El Español, me pagaron 125 pesetas por cada uno y me dije: '¡Joé, de esto no se vive!'.
P. ¿Y cómo llegó al cine?
R. Por Fernán-Gómez, que es el ser humano más tierno, bondadoso y generoso que he conocido. He hecho muchos negocios con él en cine y en teatro, de gerente y de actor, y no sabes la cantidad de dinero que le ha dado a la gente. A Jardiel Poncela todos los lunes le mandaba un sobre. Bueno, el caso es que él estaba en Cristina Guzmán y me llamó para que hiciera de extra en un baile. Pagaban 85 pesetas al día, una cifra de desmayo. Lo malo es que no sabía bailar.
P. ¿Cómo conoció a Berlanga?
R. Vino con Bardem y con Fernando al café. Lo mejor lo hice con ellos, los premios.... Aunque el premio que más me ha conmovido fue el que me dieron en el Festival de Gijón, por una película que no vio casi nadie, El ángel de la guarda. Hacía de general borracho. Cuando me lo dieron pregunté quién estaba en el jurado, por si eran amigos. Pero no, eran todos extranjeros.
P. ¿Y por qué ha hecho tan pocos protagonistas?
R. ¿Tú te crees que esto consiste en hacer lo que tú quieras? No. Eres lo que quieren los demás. A mí me gustaba mucho lo trágico y he tenido que hacer el gilipollas. Casi siempre secundarios, y no muy buenos. Como había muchos cómicos, los buenos se los repartían entre ellos. Pero como he hecho 300 películas, algún papel bueno habrá, digo yo. Ahora, que cuando el papel es malo, no hay quien le meta el dedo. Bueno, en fin, este estrambote queda bien, ¿no?
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