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Reportaje:

La visión de un relojero de principios del siglo XX

El Museo de San Isidro acoge hasta finales de septiembre una retrospectiva del fotógrafo burgalés Eustasio Villanueva

F. Javier Barroso

Eustasio Villanueva (1875-1949) fue un burgalés que siguió el negocio familiar de construir e instalar grandes relojes en las iglesias y catedrales de su provincia y de las limítrofes. Sin embargo, este profesional de la precisión temporal ha pasado a la historia gracias a su afición a la fotografía. Ahora, el Museo de San Isidro acoge hasta finales de septiembre las obras más importantes que realizó entre los años 1918 y 1929.

Un viaje profesional a París puso a Villanueva sobre la pista de la fotografía. En la capital francesa acudió a la firma de los hermanos Lumière (los inventores del cinematógrafo) y adquirió la máquina con la que tomó la mayoría de sus imágenes. Villanueva optó entonces por el sistema estereoscópico, que consiste en dos fotografías del mismo objeto tomadas desde puntos de vista diferentes. Esto permite ver el objeto retratado en tres dimensiones mediante un estereoscopio.

El formato que siempre utilizó el artista burgalés fue el 6 - 13, lo que le daba una gran calidad de reproducción. Realizó todas sus fotografías con trípode y montó su propio laboratorio de revelado en una habitación de su casa. Consiguió depurar varias técnicas de positivado, lo que le permitió lograr diferentes tonos de gran calidad. De hecho, casi todas sus fotografías están viradas en diversos colores que aportan un valor histórico a las composiciones.

Artista de fin de semana

Su trabajo de ir a montar los relojes de los campanarios en diversas provincias le permitió conocer algunos de los lugares más importantes y pintorescos. Durante su vida profesional colocó más de 100 relojes en Burgos, León, Palencia, Soria, Santander y Pamplona. Por ello aprovechaba los fines de semana, en especial los domingos, para salir de Burgos y fotografiar, antes de que fueran catalogados como bienes de interés nacional, los monumentos más destacados. En esta tarea le ayudó siempre su hijo Alfonso, quien también se encargaba de conducir el automóvil de su padre. Cuando el progenitor se metía en el laboratorio, Alfonso siempre estaba presente, sobre todo, con los revelados.

La noche del 28 al 29 de abril de 1902, Villanueva sufrió un robo en su relojería del número 64 de la plaza Mayor. Los ladrones utilizaron el método del butrón para desvalijarle la tienda. Esto le obligó a cambiarse de local y abrir otro más cercano, que también registró un incendio años después. Afortunadamente, en esta ocasión se pudo recuperar la mayoría del material.

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Con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929) recibió un premio extraordinario por su colección fotográfica. Se ignora de quién aprendió la técnica fotográfica, y sus estudiosos creen que Villanueva fue ante todo autodidacto. De la maquinaria que utilizó se deduce que optó por un Veroscope Richard francés combinado con un par de objetivos alemanes Tessar, una combinación muy adecuada para conseguir la mayor exactitud y perfección posibles. También se caracterizó por una técnica perfeccionista mezclada con alma artística. Villanueva fue un apasionado del dibujo, lo que le llevó a ingresar de joven en la Academia Provincial de Dibujo. Esto le permitió conocer el pintoresquismo español del siglo XIX que influiría poderosamente en las composiciones con personajes. Su técnica refinada ha permitido que algunas de sus fotografías hayan sido utilizadas por los técnicos que intervienen en la restauración de la catedral de Burgos.

Villanueva difundió muy pocas veces sus fotografías en publicaciones. Fue un entusiasta aficionado y no un profesional que viviera de vender sus imágenes.

El Ministerio de Cultura adquirió en 1986 gran parte de su archivo, que había sido guardado durante todo ese tiempo por la familia. El fondo lo componen 2.555 imágenes. La parte más importante la forman 1.000 transparencias estereoscópicas guardadas en 40 cajetines de 25 placas cada uno. Suelen ser de vidrio con emulsión al gelatino-bromuro, lo que les permite obtener el resultado tridimensional. Esta colección se conserva actualmente en el Instituto de Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en la Ciudad Universitaria de Madrid.

60 imágenes

Parte de esos fondos (60 imágenes en total) se exhibe hasta finales de septiembre en el Museo de San Isidro de Madrid. En las imágenes se pueden ver el claustro de Santo Domingo de Silos, el monasterio de Bujedo de Juarros, las ruinas de San Pedro de Arlanza, las ruinas del hospital de Valdefuentas o el Puerto de Pedraja, entre otros.

Las fotografías más importantes de Villanueva retratan la ciudad de Burgos. Destaca la imagen del campanero de la iglesia de San Gil o la vista interior de la aguja norte de la catedral, con tres personas, entre las que se incluye el propio autor. También merece especial atención la serie de la clausura de la Cartuja de Miraflores. De esta serie se puede ver en la exposición una de las más apreciadas por el autor. Se titula La comunidad y representa a 11 monjes de pie rezando en penumbra. También hay imágenes de Navarra y Palencia.

Eustasio Villanueva. Fotógrafo de monumentos (Burgos 1918-1929). Museo de San Isidro (plaza de San Andrés, 2). Hasta el 30 de septiembre, de martes a viernes, de 9.30 a 20.00; sábados y domingos, de 10.00 a 14.00. Durante el mes de agosto, de 9.30 a 14.30. Lunes y festivos, cerrado. Entrada gratuita.

Campanero en la torre de la iglesia de San Gil.
Campanero en la torre de la iglesia de San Gil.EUSTASIO VILLANUEVA

Los 150 'rostros' de una catedral

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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