'Occidente utiliza su historia como forma de promoción'
Le pesa el adjetivo 'crítica de arte'. 'Prefiero que me consideren contadora de historias', dice. Estrella de Diego, madrileña, de 43 años, entusiasta de lo suyo, parlanchina y provocadora como una hormiguita, paso a paso, enemiga de los 'falsos zen'... Como escritora se ha doctorado en geografía de los caminos de la mujer de este siglo XXI con un libro de cuentos como El filósofo y otros relatos sin personajes. Como profesora de Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense ha seguido la senda de creadores como Andy Warhol, del que ha escrito una biografía muy personal, Tristísimo Warhol, y de otros desubicados en la historia, pero muy vigentes. Pero este año también ha presentado a jóvenes como Ana Laura Aláez y Javier Pérez en el pabellón español de la última Bienal de Venecia, donde fue comisaria de una exposición de instalaciones titulada Viaje a Venecia.
Pregunta. ¿Cómo organizó ese trayecto artístico a Venecia?
Respuesta. Ha sido mi contribución anual a la estupidez humana. Estas cosas no son más que un escaparate para pasar el rato. Los grandes eventos culturales no tienen nada que ver con los del pasado. Son citas sociales.
P. O grandes tiendas.
R. Hoy se vende casi todo. Pero esos lugares no son territorio del arte. Todo da igual. Lo importante es que seas un buen publicista para saber vender cuadros como si fueran bonos.
P. De eso sabían bastante quienes pertenecieron al Pop art, una corriente que usted ha estudiado a fondo. ¿Eran tan buenos artistas como publicitarios?
R. Los pop entendían muy bien la promoción. Tampoco disimulaban, ni jugaban a otra cosa. Hoy hay mucho falso zen, que va de puro y venden lo mismo. Los pop nunca lo negaron.
P. También tenían algo de costumbristas.
R. Sí. Pero sobre todo hablaban de lo moderno. Era una mezcla de las dos cosas. Representaron la vida americana. Pero los hogares modernos que pintaban en los cincuenta no eran lo normal, los electrodomésticos que aparecen en sus cuadros no estaban popularizados. Sus cocinas, entonces, hablaban de un sueño. Pero eso también les hace más paradójicos y más extraños.
P. Y con un sentimiento trágico de la vida, que Warhol hace patente.
R. Eso es lo principal. La sordidez de la vida moderna. El supermercado y la muerte. El exceso y el deshecho. La bulimia y la anorexia. Warhol escenifica la muerte rápida, los accidentes de coche, la silla eléctrica. Ya no tenemos esa sensación de muerte a la antigua, en la cama, como en el XIX; está a la vuelta de la esquina. Como lo ejemplifica él, en una ambulancia que lleva a un herido al hospital, absurda. Andy reivindica la muerte activa con esos 15 minutos de fama, y él tuvo una muerte antigua y ridícula.
P. En España ha habido pintores reconocidos a lo largo de la historia. ¿Al estar cercanos al poder, como Velázquez o Goya, han tenido buena promoción?
R. Hay pintores que sobreviven incluso a su relación con el poder. Ése es el caso de los dos pintores que cita. Pero ésta da muchas sorpresas. Hay pintores excelentes que han pasado a la historia, pero en el caso de muchos es porque se han escrito muchas páginas más que de los demás. La historia la escribe quien la escribe. Cuantas más versiones existan sobre uno, mejor promoción consigue. La historia es la mejor manera de promoción inventada por Occidente. Su forma de control más sofisticada. Quizás habría que revisar lo que hemos dado por bueno y por válido.
P. ¿También la historia encasilla a algunos consagrados?
R. Como el caso de Leonardo. ¿Por qué Leonardo tiene que estar en los altares como Rafael o Miguel Ángel? ¿Por qué no se analiza su lado marginal, un poco pop? La Gioconda es un icono de nuestro tiempo, como la sopa Campbell. Hay que enfrentarse a eso con distancia crítica.
P. ¿Han existido demasiados casos en la historia de la pintura en los que la promoción de los artistas supera su valor creativo?
R. Sí. Pero también hay casos de pintores que han hecho de eso su genialidad esencial. Como Dalí. Su puesta en escena era tan obvia, que es su propia obra. En eso creo que su mujer, Gala, desempeña un papel esencial. Es su espejo, su Dorian Gray. Gala es para mí una artista sin obra. Enseña a Dalí a borrar su pasado. Ella lo construye, es su manager.
P. Gala era una mujer plenamente moderna, algo que a usted le interesa también como escritora. ¿Cree que se describe bien en la literatura hoy a la mujer?
R. Históricamente las mujeres hemos estado en desventaja. Nos hemos buscado sin parar pero no se han escrito de nosotras más que estereotipos. Desde las vírgenes, puras y las malvadas, a las desdichadas, abandonadas y sufrientes amantes del siglo pasado, esas también eran estereotipos, pero es que a lo mejor no se puede escapar ya nadie de ellos.
P. ¿Quiere decir que están gastadas las formas de provocación?
R. Se ha convertido en algo de andar por casa. Hoy ser discreto es la mejor forma de escandalizar. No destacar es la clave para ser subversivo. Provocar como se provoca hoy es corriente, da risa.
P. ¿Cuándo se perdió el efecto de la provocación?
R. Cuando tuvimos conciencia de haberlo visto todo. Pero no hay que rendirse. No podemos dejar de ser críticos.
P. Ya que lo dice usted, que no se considera crítica. ¿Cree que la profesión necesita un revolcón?
R. Yo me dedico sobre todo al arte contemporáneo, algo que a veces se entiende mal. Los críticos lo que deben hacer es hacer saber al público qué van a ver. Mera orientación, no sentar cátedra sino crear vínculos afectivos con el arte, expresar lo que las obras provocan, ayudar a pensar. Eso se hace poco, la crítica no es muy delicada, ni con el artista ni con el público. Generalmente se ejerce como poder.
PERFIL
Tiene mucho de agitadora esta mujer de frase ágil, bala certera y paradoja inteligente. Estrella de Diego no deja de buscar como historiadora del arte y como escritora los rincones más ricos de la sociedad de hoy en sus libros de ficción, como El andrógino sexuado, publicado en 1992 o en El filósofo y otros relatos sin personajes, donde traza un fresco de mujeres amplio y universal, que va de la isla de Jersey y México al deseo de ver Hong Kong, entre el peregrinar de varias mujeres que ahondan en el anhelo, el absurdo, el drama, la soledad... Son sus incursiones en el mundo de la invención cuando su labor de investigadora, con numerosos viajes a Estados Unidos,
la deja.
Los ensayos sobre arte de la que es profesora de Arte Contemporáneo en la Universidad Complutense y estuvo a punto de dedicarse al piano como profesional son La mujer y la pintura en el siglo XIX español, publicado en 1987, el tratado Arte contemporáneo y sus biografías Leonardo y Tristísimo Warhol.
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