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CULTURA Y ESPECTÁCULOS

'LADY MACBETH' Y SU MENSAJE DE DESOLACIÓN TRIUNFA EN SANTANDER

Una serie de circunstancias extraartísticas de orden político han dificultado la consideración objetiva de una gran ópera como es la Lady Macbeth de Shostakóvich, sobre argumento de Nikolái Leskov. Después del estreno en la antigua Unión Soviética, en 1934, un artículo condenatorio aparecido en el diario Pravda, que reflejaba el pensamiento de las más altas instancias, inició la carrera de dificultades y los sermones estético-políticos del régimen soviético.

Hace tiempo que todo eso es historia triste, como cuando se atenta contra las libertades individuales y colectivas, y hoy debemos entender a Lady Macbeth como un lúcido ejemplo operístico de un gran compositor que se sumaba al expresionismo que desde Wozzeck y Lulú, de Berg, o la Mahagoni, de Weill, testimonian una Europa en trance conflictivo y amenaza crepuscular.

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En definitiva, estamos ante un drama musical del primer tercio del siglo pasado, lo que conviene recordar para no confundir efectividad o convulsión extremada con modernidad. Desde el punto de vista musical, la Lady Macbeth rusa no es nada revolucionaria y sitúa su lenguaje en la estela del operismo de Chaikovski y más aún, de Mussorgsky, en Boris Godunov.

Sobre un texto que no puede compararse con los de Büchner, Wedekind o Brecht, Shostakóvich nos envía tempranamente su tremendo mensaje de desolación, esa tristeza sin las menores alas de esperanza que repetirá en muchas de sus sinfonías y cuartetos, con no menor intensidad pero mayor abstracción.

Hay que subrayar la espléndida calidad, en todos los sentidos, de la versión propuesta por el Helikon Opera Theatre de Moscú que dirige Dimitri Bertman, un gran talento teatral y un regista lírico que vuelve a plantear su trabajo a partir de la música para encontrar soluciones sencillas de gran poder expresivo, por ejemplo, la mutación de las sillas en rejas de prisión o las varias intervenciones pantomímicas de los conjuntos.

En unión del director musical Vladimir Ponkin, al frente de una orquesta y un coro de máxima efectividad, y con los escenógrafos y figurinistas Igor Neznhy y Tatiana Tulubieva, quedó creado el ambiente preciso para que el reparto, de alto nivel vocal y teatral, convirtiera en triunfo definitivo la jornada de esta 50ª edición del Festival Internacional de Santander.

Una escena de la ópera <b></b><i>Lady Macbeth</i>, en el Festival de Santander.
Una escena de la ópera Lady Macbeth, en el Festival de Santander.PABLO HOJAS

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