Redolat y Estévez apuntan alto

Las cosas también son como parecen en el atletismo. José Antonio Redolat y Reyes Estévez pueden dar fe de ello. Llegaron confiados a Edmonton, sin distracciones ni miedos, y salieron de la primera ronda -las semifinales se han disputado la madrugada pasada- como ganadores de sus series, algo que no significa demasiado en términos absolutos, pero que obliga a pensar en ellos como rivales de cierta consideración de El Guerruj. El marroquí tampoco dejó lugar a las dudas. Se impuso con la facilidad esperada en su carrera, apenas un entrenamiento para un hombre que viene herido por su derrota en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000.

Por las noticias que se han escuchado en los últimos días, Andrés Díaz parecía abrumado. Se quejaba de la falta de ayuda, del desinterés de los patrocinadores por él, y hablaba de su posible retirada del atletismo. No era la mejor manera de enfrentarse a las exigencias de unos Campeonatos del Mundo. Se retiró de su serie y no logró ofrecer una explicación de lo que le había sucedido. Dijo que se encontraba en el mejor momento de su vida, que se sentía tranquilo, que todo marchaba bien... ¿Entonces? 'No sé... En el momento de soltar el nervio, a falta de 400 metros, se me bloquearon las piernas y no pude seguir'. Díaz se quedó pensativo en la pista y tardó varios minutos en acudir a la zona de prensa. 'Sí, en esos instantes he pensado en abandonar el atletismo', confesó.

Redolat vio desde la cámara de llamadas la retirada de Díaz. Le sorprendió tanto que pensó en algún percance, un codazo por ejemplo, asunto bastante normal en los 1.500 metros y más aún en las típicas carreras tácticas de las primeras rondas. Y tomó nota. No quería problemas inesperados. Con la seguridad que ha adquirido esta temporada, se dejó de especulaciones a mitad de la prueba. El ritmo era sostenido, pero sólo garantizaba una muchedumbre de atletas en los últimos 300 metros. Eso significaba la posibilidad de un incidente o de un error y Redolat ha aprendido mucho de una distancia que comienza a dominar ahora.

Ya no es el hombre que conseguía buenos tiempos aquí y allá, pero que no lograba descifrar los secretos del 1.500. Sus carencias quedaron al descubierto en Sydney, donde fue arrasado en las semifinales. Aquello parece que pertenece a otra vida anterior. Ahora no es el 1.500 el que domina a Redolat. Es Redolat el que maneja al 1.500. Este cambio fundamental se apreció en su manera de operar en la serie: 'Quería esperar a los últimos 300 metros y aprovechar mi velocidad, pero pensé que era mejor evitar cualquier complicación, así que me fui antes'. Su aceleración se produjo a falta de 700, un ataque poco habitual en un atleta que ha destacado por su habilidad para rematar en los últimos 200. Es evidente que estamos ante un mediofondista muy diferente.

La ofensiva de Redolat definió la carrera y su nueva aproximación a la distancia. Venció con tanta comodidad que no lograba ocultar su satisfacción. 'Bien, muy bien, mejor de lo que esperaba', declaró. No dijo nada sobre sus rivales, quizá porque todos se taparon. Sin embargo, uno no dio la impresión que se esperaba. El portugués Rui Silva no confirmó en la serie de Reyes Estévez la autoridad prevista. '¿Qué tal?', le preguntó Redolat. 'Mal', le contestó uno de los adversarios más temidos por los españoles.

Estévez produjo una impresión estupenda. Por primera vez en dos años, recordó punto por punto al atleta destinado a suceder a Fermín Cacho. No hay duda de sus privilegiadas condiciones para los 1.500 metros, consagradas con sendas medallas de bronce en los dos últimos Mundiales. Había más dudas sobre su verdadero estado de forma después de la traumática temporada anterior y de sus dificultades para situarse en el mismo plano que Redolat en las últimas carreras.

En su entorno se hablaba de una espléndida puesta a punto. No se puede decir otra cosa después de lo que sucedió en su serie, lanzada por el alemán Müller. No hubo movimientos significativos hasta el leve tirón del estadounidense Lassiter. Se agitó el grupo y Estévez se retrasó hasta la penúltima posición. Desde allí evitó codazos y escogió su momento. Con la facilidad de sus mejores días, avanzó con seguridad, se colocó en la primera posición y se dio el gusto de ganar sin conceder oportunidades a nadie.

Todos los síntomas apuntan, en definitiva, al protagonismo de los españoles en la prueba de más tradición de nuestro atletismo.