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Crónica:FERIA DE VITORIA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Lamentable por donde se mire

Lamentable la corrida que envió Carmen Camacho. Toros que no valían un comino. Las reses mostraron que no tenían fuerza ni casta ni ganas de cumplir con la raza de toros bravos. No importaba que algunos de los toros estuvieran en puntas. Daba igual. Como no tenían fuerza ni para dar dos pasos seguidos sin que se cayeran, esos alfanjes desempeñaban la función de puro adorno.

Con ese material es natural que la corrida de ayer pareciera todo menos un festejo de eso que llamamos fiesta brava. Quizá habría que reseñar que el quinto toro fue el único que demostró algo de fuerza, además de poseer aspereza y algo de complicación en su temperamento.

También fue lamentable la actuación de los espadas. Ninguno de los tres dio un muletazo que pudiera recordarse. Jesulín, por ejemplo, no ligó un solo pase. Y cuando alcanzaba a ejecutar dos o tres, siempre eran en el compás de uno más uno más uno...Durante la faena del primer toro, faena o lo que sea, le dio por darle con la mano en la pala del pitón para que embistiera. Y el toro embestía a impulsos de esa mano. Eso hizo las delicias del público.

Camacho / Ubrique, Rivera, Abellán

Toros de Carmen Camacho: fue devuelto el 1º. Jesulín de Ubrique: estocada -aviso- (petición de oreja y saludos); estocada perpendicular y caída (silencio). Rivera Ordóñez: pinchazo y estocada caída (aplausos); dos pinchazos, estocada atravesada y cinco descabellos (silencio). Miguel Abellán: pinchazo y media estocada (aplausos); pinchazo, casi entera tendida, descabello -aviso- y dos descabellos (aplausos).Plaza de Vitoria. 6 de agosto. 2ª de feria. Tres cuartos de entrada.

Y en el capítulo de las lamentaciones entra en escena, cómo no, Rivera Ordóñez, quien aburrió a los espectadores en siete tandas de derechazos, casi todos movidos, despegados, sin mucho fundamento. Tan sólo algunos pocos de esos derechazos llegaban al aprobado raspado. También este diestro se apuntó a darle con la mano en la pala del pitón para que embistiera. Cosa que, asimismo, también gustó al respetable. En su segundo toro, que fue más complicado, en la faena sufrió dos desarmes. En esa faena no dio un pase a derechas. Obviamente, no pudo con el toro y el público se enfadó con él.

Espectáculo de circo

Se podía decir que Miguel Abellán fue el único que trató de calentar a los espectadores. En su primero trenzó una larga cambiada, y en su segundo trazó una buena media verónica, además de realizar un quite, por delantales, que fue el único que se hiciera en toda la tarde.

En su segundo toro, que brindó al público, la cosa entró en eso que se puede llamar espectáculo circense. A un toro que era renuente a embestir, el diestro quiso torearle por derechazos, con más voluntad que acierto. Y entonces lo que hizo fue darle tres molinetes y un abaniqueo. El público enloqueció de felicidad.

Naturalmente, tan poco le habían dado hasta entonces, que aquellos tres molinetes y aquel abaniqueo le pareció que era un manjar de dioses. Para que el espectáculo fuera a más, tiró de alardes, de tocaduras de pitón, de tirar la muleta y ponerse farruco ante el toro, de volver a tomar la muleta e instrumentar otro abaniqueo, más otro toque de pitones. Si llega a matar bien, es casi seguro que hubiera cortado una o más orejas. De ese modo tan poco ortodoxo y serio finiquitó la corrida.

La sensación que se llevaron muchos de los espectadores fue de hastío y de enfado. Alguien, mientras salíamos, dijo una frase que tenía mucho que ver con el circo. Pudimos escuchar algo así como que los toros parecían payasos tristes que no querían salir a escena. A lo mejor era verdad.

La fiesta de los toros hace mucho tiempo que está bajo mínimos. Con la corrida de ayer en Vitoria se puede decir que los bajos mínimos se pierden en el fondo del mar. Hay demasiados náufragos pululando por el mundo de los toros. En estos tiempos de penuria taurina, es cuando más ganan las figuras. Algo que no se comprende bien. Si cada vez la degradación de la fiesta va en aumento, quiere decirse que ¿cuánta más degradación, más dinero entran en los esportones de las figuras del toreo? ¿quiénes son los que fomentan y fabrican esa suerte de maleamiento en la fiesta de los toros? ¿son esos conocidos por la grey taurina? ¿Cuál será el día en que los públicos consigan llegar a pronunciar esa frase tan necesaria: hasta aquí hemos llegado?

Silencios cómplices

Aunque parezca fuerte esto que decimos, en realidad cualquier aficionado con dos dedos de frente, si hubiera estado ayer en Vitoria, creemos que no estaría muy lejos de dar como válidas estas consideraciones.

Lo que puede llegar a matar a la fiesta de los toros son los silencios cómplices y los comentarios que halagan los oídos de los toreros. Porque los toreros, ciertamente, son proclives al halago permanente, aunque la evidencia demuestre que pegan petardos una tarde sí y otra también.

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