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Reportaje:VERANOS SALUDABLES

Tiempo para educar

Doctora López Narbona: 'Los niños necesitan amor y límites; la familia democrática sólo ha traído problemas'

Cada día son más los padres que acuden a escuelas e institutos en busca de ayuda para que psicólogos y tutores les orienten sobre cómo actuar con sus hijos. Nunca hubo tantos niños y adolescentes deprimidos como ahora. Por el hospital Virgen del Rocío de Sevilla, por ejemplo, pasan cada año 700 nuevos casos de niños con depresión. Un 10% de los menores de 16 años tiene algún tipo de problema psicológico.

Marta López Narbona es psicóloga clínica infantil en el hospital Virgen del Rocío. Más de dos décadas de experiencia avalan su opinión: 'Mi trabajo consiste en ayudar a las familias a superar los conflictos; el objetivo es que sus miembros vivan mejor y sean más felices'.

La excusa de muchos padres de falta de tiempo para atender a sus hijos se atenúa en verano. Tiempo de vacaciones. La psicóloga López Narbona recuerda que es una oportunidad inmejorable 'para que la familia conviva y se reconozca'.

No recomienda imponer normas rígidas. Lo ideal sería que los hijos aprendiesen que en este tiempo de ocio se pueden hacer cosas útiles y placenteras que les servirán más adelante para vivir mejor. Cosas sencillas: 'Sugiero a los padres que inculquen a sus hijos la lectura y que les seduzcan para que escriban cartas a los amigos...'

Las familias hoy no son las mismas de hace un par de décadas: son más reducidas, apenas existen aquellas en las que nietos y abuelos conviven; las hay monoparentales; muchas tienen un solo hijo. También están aquellas otras en las que la madre o el padre aporta unos vástagos procedentes de una relación anterior.

Tampoco los patrones con los que se educa son los mismos. La televisión, principalmente, ejerce una gran influencia, aunque Marta López reivindica el papel estelar para la familia: 'Amor y límites; esa es la norma. Aquello de la familia democrática, en la que todo se razona y negocia, no ha traído más que problemas. El niño necesita un referente que no dude, que le mande y le dé seguridad'.

Y es que la familia no puede sustraerse a esa obligación de ofrecerle a los hijos unos modelos seguros. Ponerlos en práctica exige, entre otras cosas, voluntad, prohibir de vez en cuando, proponer con rigor, disciplina... Por eso, según esta experta en conflictividad familiar, también hay que aceptar, 'sin angustias ni traumas', los lógicos enfrentamientos generacionales entre padres e hijos. 'Hemos pasado del patriarcado al filiarcado. Los hijos son los que mandan, además de manejar el mando de la televisión', puntualiza la doctora.

La confusión, quizá, la provoque esa nueva estructuración familiar. Se ha pasado de ¡a las diez todos en casa!, a dejar que el adolescente vuelva cuando quiera. Además, muchas madres trabajan fuera; tiene otras inquietudes; su mundo ha ampliado horizontes. 'Ahora tenemos la generación de los niños cuidados por el móvil. ¡Ya veremos qué nos depara!, porque lo que está claro es que los seres humanos necesitamos afecto, referencias, que nos guíen, que nos enseñen, exijan, expliquen, prohiban... Y un teléfono móvil no sirve para nada de esto', afirma.

Se vive en un mundo que no acepta el dolor; la publicidad no hace propuestas que requieran esfuerzo. Y, además, los padres ansían ser los mejores educando a sus hijos. 'Les dan todo lo que piden. Los moldean como si fueran plastilina', comenta López. Pero en la adolescencia el mundo se ensancha. Los hijos salen a la calle y descubren otros modelos. Entonces se rebelan y quieren ser lo contrario del padre o la madre: se hacen ecologistas o reivindican cualquier profesión que no tenga nada que ver con la de sus padres.

Según los manuales de psicología, para ayudar a los hijos hay que pararse ante ellos, mirarles a los ojos, meterse en sus zapatos y, luego, preguntarse: qué quieren, ¿cómo podría yo ayudarles? Una pregunta que nunca tendrá la respuesta adecuada en la violencia, ni en la ira, ni en las prisas, ni en las contradicciones. Porque la disciplina, si se habla de educación, no es más que el resultado de una suma de paciencia, constancia, bondad, comprensión, firmeza.

Con los hijos, los padres cometen demasiados errores. Pero, como resalta la doctora López, jamás deben culparse por ello. Existe el derecho a equivocarse. Sin embargo, hay un marco general que ayuda a educarlos. Un marco que empieza a perfilarse cuando se sabe por qué se tuvieron, cuánto tiempo se les dedica, cuándo se come en familia, cuándo se les inculca que han de ser autosuficientes y que el hogar no es un hotel, sino un espacio común en el que todos tienen, además de derechos, obligaciones y deberes.

La psicóloga Marta López Narbona, en su despacho del Virgen del Rocío.
La psicóloga Marta López Narbona, en su despacho del Virgen del Rocío.PABLO JULIÁ

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