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Crónica:FIESTAS COLOMBINAS DE HUELVA | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Enrique Ponce, la mejor derecha

Sabido es que Enrique Ponce maneja la derecha de manera superior a la izquierda, que sintoniza muy bien con los tiempos y que éstos no están para otra cosa, faltaría más. Así, el cuarto toro, que sólo se cayó una vez, coincidiendo con el torero, que entraba a matar, ya es mala suerte, llegó al último tercio galopando; allí lo esperaba la derecha, muy centrada, de un matador que empapó la embestida en series realmente magníficas, emocionantes por la acometividad de la res y la prodigiosa muñeca que ejecutaba con brillantez.

Una vez la izquierda en el ruedo, bajó el nivel de entendimiento, luciendo menos los naturales y mejorando en el pacto final del remate. El toro se apagó y cayó en la suerte suprema, lo que no fue óbice para que la generalidad del público y Mariano de la Viña pidieran las orejas. Ponce se pasó de faena en el primero; le había salido un torito recortadito, bizco y abrochadito de pitones, ideal para el toreo moderno, alejado de horrendas fieras que escribía la antigua épica y propio lo del arte. Empleó el mando a distancia con la capa, ganando terreno en los lances de recibo y en el quite por chicuelinas, llevando la mano baja y el toro lejos. Empezó rodilla en tierra, mientras el toro ponía las dos, por lo que el matador hubo de asistirlo: guantes de goma bien calados, aséptico el ruedo, tanto como el torero, que, de tiempo en tiempo, instrumentaba un derechazo. Cambió la muleta de mano y cumplió no menos de 25 pases sin que nada hubiera pasado. Después el toro se paró, derrotó y se quedó corto, siendo muy aplaudido por el público. Tras esta lectura no se puede decir que se hubiera pasado de faena, sino que se había pasado de no faena, de no toreo, de asepsia.

Dehesilla / Ponce, Liria, El Juli

Toros de La Dehesilla, sin fuerza los tres primeros y el quinto, bravo el 4º, fuera de tipo y manso el 6º. Enrique Ponce: dos pinchazos, estocada honda caída y atravesada (ovación y saludos); estocada trasera a toro caído -aviso- (dos orejas). Pepín Liria: estocada contraria ladeada (oreja); estocada baja (oreja). Julián López, El Juli: estocada desprendida (oreja); estocada honda atravesada y caída (aplausos). Ponce y Liria salieron a hombros. Plaza de la Merced, 3 agosto, 2ª de abono. Lleno.

Pepín Liria circulaba por calles que frecuenta poco; recibió al segundo con dos largas seguidas de efervescentes verónicas a pies juntos y de un puyazo apenas señalado. El torete, alegre y con tranco, se fue al suelo rápidamente y repitió las costaladas de continuo. Para un boxeador, debe ser emocionante ver cómo el contrario se autonoquea; así queda la cosa para la estética del vacío. El quinto llegó al último tercio con una embestida codiciosa hacia los adentros, que se transformó, nada más caerse un par de veces, en una insoportable media arrancada. Liria había salido a todo gas, con una larga comprometida a porta gayola, verónicas, chicuelinas, media de rodillas, galleos y gaoneras. Hubo de amainar el vendaval con la muleta y ni hablar de la espada.

La figura del día se llama, sin lugar a dudas, Julián López: llena las plazas y arrebata a los públicos; otra cosa es lo que ocurra en el ruedo. Correspondió a la figura un novillote ligero de estampa y sin afanes de batalla; tampoco se empleó el torero, vulgar con capote y banderillas, mientras el toro se caía a la salida de los dos primeros pares. La faena se diluyó por falta de consistencia. Al último lo despachó de forma profesional y precavida.

Enrique Ponce, en uno de los lances de muleta a uno de los toros.
Enrique Ponce, en uno de los lances de muleta a uno de los toros.logan

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