Un brazo que se alarga más allá de sus límites
Me pregunto qué es lo que legitima la enorme inversión mediática y económica que supone la celebración de unos Campeonatos del Mundo de atletismo. Probablemente sea el espectáculo, entendido como diversión y contemplación pública, el término que mejor aglutine una respuesta. Y el espectáculo crece cuando conocemos lo que vemos y se hace apasionante en la medida que nos podemos identificar con alguno de los protagonistas.
Nuestras posibilidades de identificación no podían empezar mejor que con Manolo Martinez, fuerte, sensible, de León. Hasta hoy, Manolo siempre ha respondido bien ante la gran competición, siempre sale del estadio satisfecho. Pero en Edmonton por primera vez va a competir con la presión añadida de ser uno de los grandes favoritos de su prueba.
La tendencia natural del principiante cuando realiza un lanzamiento del peso es focalizar la atencion en el brazo que lo ejecuta. Y es éste, precisamente, el error fundamental que la tensión propia de la competición puede hacer cometer a un atleta.
En un buen lanzamiento, la energía emerge de abajo arriba, empieza en las piernas y se va trasladando y acelerando para manifestarse con la máxima intensidad, y muy al final, en la mano del atleta.
A esta secuencia es muy importante añadirle la amplitud de movimientos necesaria. Pero la responsabilidad de la competición produce en el deportista una sensación parecida al miedo, que en el lanzamiento de peso y en otros muchos deportes, como el golf, el tenis..., puede ocasionar una tendencia a encogerse, a adquirir la posición fetal. Manolo, cuando hace un buen intento, comenta que nota que el brazo se alarga, que se estira más allá de sus límites anatómicos.
El método que utiliza su preparador, Carlos Burón, en las sesiones técnicas se centra en las evoluciones del peso (7,26 kilos).
Cualquier defecto en la ejecución repercutirá en la trayectoria descrita por el artefacto, trayectoria que en un buen lanzamiento deberá ser siempre ascendente. imprimiendo a la bola cada vez más velocidad. Si esto no ocurre, Carlos se lo hace saber a Manolo, quien deberá encontrar la solución. Es un método creativo en el que el atleta desarrolla su inteligencia motriz acostumbrándose a resolver problemas.
Para abstraerse de la tensión precompetitiva Manolo dibuja frecuentemente, y es probable que muchos atletas y entrenadores del equipo español, a estas horas, tengan una caricatura pintada por él.
Esperamos que su brazo se alargue tanto como larga es la confianza que en él depositamos.
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