El waterpolo vuelve a la cumbre
España ganó a Italia y disputa hoy frente a Yugoslavia su cuarta final consecutiva
España está al borde de consumar una nueva hazaña. La selección que dirige Joan Jané ganó ayer a Italia en semifinales y juega hoy (16.30, hora japonesa, 9.30 en España) ante Yugoslavia (vencedora de Rusia, 9-8) su cuarta final consecutiva en unos Mundiales. Daniel Ballart, decisivo en ataque, y el guardameta Jesús Rollán, una vez más espléndido, fueron las claves de un equipo que rayó en la perfección defensiva y que acertó en los momentos justos. Y ello, pese a que tuvo casi el doble de exclusiones temporales (9-5) con lo que jugó mucho más tiempo en inferioridad numérica, con un hombre menos, en la piscina de Fukuoka.
Tras la retirada de Manel Estiarte, el gran capitán, y la incorporación de nuevos valores, no fue bien el primer aperitivo de los Europeos de Budapest, donde continuó el equipo fuera de los podios, como en los Juegos de Sydney. Daba la peligrosa sensación de que se iba a echar de menos demasiado la sangre fría y la calidad del que fue mejor waterpolista del mundo, y de que la generación de jugadores con la que España llegó a la cumbre no iba a tener un relevo tan rápidamente. Incluso se volvieron a generar las dudas sobre una selección, que como la de balonmano, pasó largos años tras las medallas, incluso de oro, sin lograrlas nunca.
Regresar a la larga travesía del desierto hubiera sido muy duro cuando el waterpolo ya se había convertido en la modalidad salvadora española del ya endémico fracaso en natación. Pero no ha sido así. España disputará un nuevo título a Yugoslavia, la campeona de Europa, que ayer ganó con un increible gol de vaselina en último instante, pero que parece el equipo más armado. Curiosamente será una revancha de la final perdida en Perth, en 1991, ante el entonces equipo completo balcánico. España perdió también la final de 1994 ante Italia, pero ya estaba en el podio, no sólo en la élite. Faltaba el pequeño empujón que llegó en el mejor momento, el olímpico de Atlanta 96, tras haber caído, de nuevo ante a Italia, en Barcelona 92. Luego, España se tomó la revancha de Perth 91 en Perth 98, y logró el primer título mundial ante Hungría, que ahora puede repetir.
Defensa y momentos clave El 0-0 con que terminó el primer período ayer contra Italia fue sintomático de que las defensas, cada vez más importantes en waterpolo, se impusieron a los ataques. Pero el partido no pintaba bien, porque los italianos ya dominaron en tiros a puerta, 7-3, y España ni lanzaba de lejos ni le llegaban balones al boya, el delantero centro Pérez, para tirar de cerca. Lo único positivo es que el equipo de Jané había salvado hasta tres inferioridades por una sola de Italia.
Pero el segundo cuarto fue muy positivo para España. Tras ganar el saque neutral, y viendo las dificultades de rematar cerca de la portería, Ballart hizo de Estiarte. A los pocos segundos marcó con un lanzamiento lejano que tocó el portero italiano Tempesti, pero el balón se deslizó dentro. A los 3m 20s, logró el segundo gol con un gran tiro cruzado, por alto. España tomó la delantera real y psicológica, y eso se iba a notar. No importó que Italia aprovechara su cuarta superioridad para acortar distancias, por medio de Rath (2-1). Perdió después la oportunidad de empatar al hacer una falta en ataque y en la contra sí sacó partido España de la segunda exclusión de un jugador italiano. Pérez, pese al enésimo agarrón de su marcador, puso un esperanzador 3-1 favorable en la mitad de partido.
España había pasado a dominar en tiros, 8-6, pero, sobre todo, en astucia y efectividad, lo que ante Italia, un modelo de picardía, siempre es muy importante.
No estaba ganado el partido, porque aún faltaban momentos clave. Angelini logró el 3-2 aprovechando la quinta superioridad italiana, pero cuando aquello parecía el principio del fin español se agigantó todavía más Rollán. La selección había desaprovechado su tercera superioridad al tirar alto Pérez, pero el portero español salvó la sexta ventaja rival con una gran parada. Después defendieron los brazos de todos e Iván Moro, tras una serena combinación con Hernández, Ballart y Pedrerol, obtuvo el 4-2 en el último segundo del período con otro tiro lejano. Fue la mejor renta en el momento preciso, en la cuarta superioridad, y tras un tiempo muerto oportuno pedido por Jané para planear el ataque. Quedaban los siete minutos del último cuarto, pero ya no cambió nada. España alargó sus 35 segundos de cada posesión de balón al máximo y salvó otras ¡cuatro inferioridades! Hasta tuvo suerte con un disparo al poste de Italia. La suerte de los campeones, quizá.
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