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Reportaje:

Confieso, padre, que he matado

Dos inocentes pasan 13 años de cárcel por un crimen que el asesino reveló a un cura

Hace 13 años, el padre Joseph Towle recibió la confesión de un adolescente del Bronx: Jesús Fornes, angustiado por la culpa, le dijo entonces que había matado al miembro de una pandilla rival durante una reyerta nocturna, un asesinato por el que dos hombres inocentes estaban a punto de ser juzgados. Fornes no llegó nunca a admitir su crimen ante los tribunales.

Unos días después, los dos detenidos, José Morales y Rubén Montalvo, fueron condenados a 15 años de cárcel. Tras mantener el silencio durante todo este tiempo, Towle decidió por fin romper el secreto de confesión. El pasado martes, Morales, encarcelado por nada desde 1988, vivió su primer día de hombre libre.

Tenía 17 años cuando le detuvieron. Cuando por fin vio las cámaras de televisión que le esperaban a la salida de la sala de juzgados de Manhattan estaba asombrosamente sereno. 'Me encuentro bastante bien', dijo de camino a su casa del sur del Bronx. 'Ahora ya volvemos a ser una familia', alcanzó a decir su madre. 'Es inocente, siempre lo supimos, pero ahora todo el mundo lo sabe'.

Cuando el criminal murió, el padre Joe se sintió liberado del secreto de confesión y acudió a los tribunales

Morales se encontró con un Nueva York muy distinto al de 1988. 'Hay nuevos edificios, el Bronx ha cambiado mucho. Ya no hay casas abandonadas ni graffiti en las paredes'.

Su compañero, Rubén Montalvo, espera salir de la cárcel dentro de unos días. Caso excepcional, el juez federal Denny Chin dictaminó que, a la vista de las nuevas pruebas, esencialmente el testimonio de Towle, los dos hombres debían ser inmediatamente liberados, algo que no ocurre con frecuencia en el sistema legal norteamericano.

Towle, de 65 años, más conocido como el padre Joe, consultó al arzobispado de Nueva York antes de hacer pública la confesión de Fornes. Fue decisivo el que Fornes ya no pudiera decir nada: murió asesinado en una calle de Harlem en 1997.

'Hice simplemente lo que él quería, después de todo este tiempo', dijo el cura católico. 'Estoy muy contento por los dos hombres y por sus familias'. Towle, que tardó lo suyo en recurrir a los tribunales, también aseguró que la charla con Fornes no fue, propiamente dicha, una confesión en regla.

Los hechos ocurrieron en la noche del 28 de septiembre de 1987. José Antonio Rivera fue perseguido por la pandilla del Bronx a la que pertenecía Fornes, acuchillado y asesinado con un bate de béisbol en uno de los parques del barrio. Su novia, que había estado bebiendo con él unos minutos antes y presenció toda la escena, acusó a Morales y a Montalvo. No había pruebas materiales, pero su testimonio valió para meterles en la cárcel.

En enero de 1989, poco antes de la sentencia final, Jesús Fornes, un adolescente de 16 años, llamó inesperadamente a su casa al padre Joe. Allí le confesó que había matado a Rivera y que los dos acusados, que conocía, no habían tenido nada que ver. El cura le pidió que acudiera a los tribunales. 'Fornes se sentía muy culpable de que dos personas fueran a ser condenadas por un crimen que había cometido', dijo el pasado martes en su sentencia final el juez Chin. 'Es precisamente este motivo el que da credibilidad a su testimonio, después de tanto tiempo'.

El joven llegó a hablar con uno de los abogados de la defensa, pero en el último momento, aconsejado por su propio letrado, se retractó. La única prueba que quedaba era la confesión a Towle, y éste no podía hablar.

Morales y Montalvo querían hasta tal punto demostrar su inocencia que se negaron a aceptar un trato con la fiscalía para reducir los cargos a homicidio en segundo grado, un delito por el que no hubieran cumplido más de dos o tres años de cárcel.

El caso quedó enterrado en el silencio. Después de la muerte de Fornes, su abogado de entonces, el mismo que le aconsejó que se callara, Stanley Cohen, y el padre Towle decidieron que ya no estaban ligados por sus respectivos secretos profesionales. El proceso tardó todo este tiempo, apelación tras apelación, hasta llegar a la orden de puesta en libertad de los dos inocentes el pasado martes.

El cura Joseph Towle abandona los tribunales de Nueva York. A la derecha, Morales tras su puesta en libertad.
El cura Joseph Towle abandona los tribunales de Nueva York. A la derecha, Morales tras su puesta en libertad.AP

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