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Crónica:Copa América | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Honduras pone a Brasil de rodillas

El atrevimiento de los invitados manda fuera del torneo al campeón, otra vez incapaz

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Honduras, el débil, el insignificante invitado de última hora, provocó un estruendo enorme en la Copa América. Mandó a Brasil fuera, la eliminó en los cuartos de final. Y la devolvió a su crisis, al tormento de la crueldad de su gente, a la desesperación de la falta de soluciones. Impotente ante una selección cuyo único mérito fue el atrevimiento. Honduras jugó feliz y relajada, con el entusiasmo de quien no tiene nada que perder, y le bastó para rellenar la página más ilustre de su historia. Alcanzó la proeza prohibida: acabó con Brasil, que comenzó espesa y concluyó humillada.

Ya se observó de salida que Brasil regresaba a los dolores de cabeza. A los problemas con el balón, la falta de juego colectivo, la mediocridad. Y finalmente, después de tanto invitar al adversario a soltarse y perder el miedo, también volvía a los sudores. Sobrevivió durante una hora a golpe de algún que otro arreón individual, pero también expuesta a la osadía de Honduras para jugarle de igual a igual.

BRASIL 0| HONDURAS 2

Brasil: Marcos; Luizao (Juninho Pernambucano, m.46), Juan, Cris; Beletti, Emerson, Costa (Jardel, m.65), Júnior; Alex (Juninho Paulista, m.46); Guilherme y Denilson. Honduras: Noel Valladares; Limbert Pérez, Ninrrod Medina, Samuel Caballero, David Cárcamo, Ricky García; Julio César de León (Júnior Izaguirre, m.88), Robel Bernárdez, Elvis Danilo Turcios (Mario Rodríguez, m.68); Amado Guevara; y Saúl Martínez. Goles: 0-1. M.58. Belleti, en propia puerta. 0-2. M.94: Saúl Martínez, al culminar un contragolpe. Árbitro: Ubaldo Aquino (PAR). Expulsó con roja directa, en el minuto 83, al brasileño Emerson y al hondureño David Cárcamo, por agresión mutua. Además, amonestó a los brasileños Eduardo Costa (m.46+), Júnior (m.61) y a los catrachos Saúl Martínez (m.55), Ninrrod Medina (m.90). Estadio Palogrande de Manizales. 25.000 espectadores.

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A falta de conjunto, de un mínimo juego elaborado, Brasil dependió de las luces de sus individualidades. Y es ahí donde acusó las rebajas de su alineación. Porque entre tanto trotón con pinta de atleta, tanto especialista de los asuntos defensivos, Scolari dejó poco sitio a la brillantez. Sólo Denilson, que actuó desaparecido, Alex, que vació su calidad con cuentagotas, y los desbordes de los laterales, especialmente Belletti. No, no enseñó muchos argumentos Brasil, que regaló ádemás el centro del campo a Honduras separando en exceso sus líneas.

Con todo, las mejores ocasiones de la primera mitad, descolgadas cada vez con menos frecuencia, fueron suyas. Honduras, aunque le discutía la posesión de la pelota, le atacaba entonces poco. Pero enseñaba, eso sí, a Julio César León, el hombre del partido, un volante que iba creciéndose, gustándose, pareciendo más brasileño que los propios brasileños. En la segunda parte, Scolari trató de corregir las carencias de su equipo soltando al césped a los dos Juninho, Paulista y Pernambucano. Ganó ritmo Brasil, profundidad, pero no ideas. Y en ningún caso acertó a borrarle la sonrisa de la cara a los jugadores de Honduras, que disfrutaban del duelo, que se sentían próximos a algo grande.

Y al borde de la hora de juego, la bomba de la Copa América: León alcanzó la línea de fondo, dentro del área, se revolvió y colgó un globito sobre el área pequeña; allí, Martínez cabeceó en parábola y superó a Marcos, que no sólo dejó campar a sus anchas al rival en territorio prohibido sino que reaccionó mal y tarde. El balón tropezó en el palo, y tras rebotar en Belletti, se alojó en la red.

Brasil acudió entonces a la desesperada. Quedaba aún media hora, pero la tetracampeona no estaba para guardarse paciencia. Atacó sin ninguna claridad, descolgando para nada continuos centros sobre el área. Y Honduras siguió feliz, bailando al contragolpe, y sacando los colores a los brasileños por sus desajustes defensivos. También en la Copa América, para seguir la inercia del año, Brasil volvió a estamparse. La selección más celebrada del planeta llora la crisis más importante de su historia. Le gana cualquiera que se atreva. También Honduras, que vivió a costa del todopoderoso su jornada más grande.

Colombia acaba con Perú En el otro partido de cuartos de ayer, Colombia se puso a gritar gol después de 50 minutos de dominio tenaz contra el descaro defensivo de Perú. El 1-0 (Aristizábal) fue un desahogo colectivo, un acto de toda justicia. Descorchada la botella, el partido acabó por poner de acuerdo el juego con el resultado. La ráfaga de goles (Giovanny y otra vez Aristizábal) premió a Colombia con una entrada grandiosa en las semifinales y castigó a Perú por su conducta miserable. El duelo dio la razón a Maturana, no sólo porque volvió a pintar un equipo que anda decididamente por el buen camino, sinoporque encumbró a sus jugadores, a sus apuestas personales contra la opinión de la mayoría. Como Giovanny Hernández, una maravilla de futbolista, un virtuoso del pase definitivo. Y Aristizábal, un goleador de todas, todas.

Juninho se retira apesadumbrado tras la derrota de su selección ante Honduras.
Juninho se retira apesadumbrado tras la derrota de su selección ante Honduras.REUTERS

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