Geovanni y Rochemback, la triste pareja
El parte de bajas del torneo, también dentro de su propia selección, había elevado a Rochemback y Geovanni a la condición de máximos atractivos. Dos semanas más tarde, cuando la competición entra en su recta final y Brasil ha caído con estrépito, los dos futbolistas del Barcelona apenas han pronunciado palabra en la Copa América.
Expulsados de la alineación titular de Brasil, señalados como culpables directos de la primera derrota ante México, han lanzado al aire más dudas que certezas. Geovanni se agarra a un socorrido 'tranquilo, tranquilo', en cuanto nota que se le intenta apretar con la pregunta. Rochemback, más tímido, gana tiempo en los interrogatorios mordiendo una manzana. Pero tampoco dice demasiado. Ambos saben que la Copa América les ha puesto bajo sospecha, pero reclaman paciencia al fútbol español. Ahora pretenden cerrar el torneo, ponerse a tono (confiesan estar actualmente en la ruina física) y llegar a punto a Barcelona.
La imagen de Rochemback es, por ahora, la más castigada. Se ha mostrado como un organizador poco claro, que complica la circulación de la pelota. Discreto técnicamente, poderoso en el despliegue (lo que usa para ocupar zonas que no le corresponden) y acelerado. En plena crisis, cuando Brasil no sabe si renunciar del todo a su estilo clásico o volver a él, Rochemback es lo menos brasileño que se puede ser. Es tan alemán que de todo el muestrario que le ha dado Brasil para escoger, va y elige como ídolo a Dunga, quien, claro, acabó por cederle agente, conversaciones y vídeos. Más cosas que le desmienten como brasileño: en casa de sus padres, que vivirán con él en Barcelona, de siempre se toma mate (costumbre argentina). Y confiesa como distracción favorita la caza de jabalíes y la pesca, tarea a la que es capaz de aplicarse diez horas consecutivas. Sólo el pagode, un estilo de música brasileño, le acerca a los gustos de su país. Y no sólo le seduce para escuchar, también forma parte de una banda (él toca una especie de tambor) a la que en noviembre confía en poder llevar a España.
De su fútbol, pese a lo insinuado en la Copa América, buenas referencias. Su problema, corregible dada su juventud (19 años), es que intenta abarcar demasiado. Eso dicen los técnicos que le quieren, los que aseguran que detrás de Rochemback, además de un buen atleta, hay una excelente visión de juego. ¿Tanta como para hacer olvidar a Guardiola? Mordisco a la manzana: 'No me asusta el reto, pero cada uno es cada uno'. ¿Lo que se ha visto de usted en la Copa América es lo que se va a ver en España? 'No lo he hecho tan mal, lo que pasa es que me toca jugar en una zona muy importante'. Rochemback va siempre acompañado por un amuleto, una pulsera de simpatía en el tobillo con la que su madre ideó protegerle desde los 14 años. Cuando se rompe, le cose otra y asunto resuelto.
Atleta de Cristo
Geovanni, casado y padre de una niña, no es supersticioso. Es extremadamente religioso, uno de tantos Atletas de Cristo que pueblan el fútbol brasileño y que complementan sus autógrafos con la leyenda 'Jesús, te ama'. Aprende el español con música gospel, de la que es fanático, y cuenta extrañas teorías sobre una inminente vuelta de Jesucristo a la tierra. Procedente de una familia humilde, Geovanni, el menor de ocho hermanos, a quien su madre tuvo con 48 años, se ha visto obligado a tirar de astucia para salir adelante. Lo mismo le habría dado ser portero, demarcación que le entusiasma, pero es delantero. 'Rápido y de buena finalización', según su propia aunque escueta definición. Profundo admirador de Ronaldo ( 'rezo a Dios todos los días para que logre ser el de antes', dice), asegura que sus favoritos son 'Rivaldo, Mauro Silva y Figo'.
Del Barça, conoce poco. A Rexach ('me ha dicho que me quiere para la banda derecha, y que sea directo'), a Overmars ('rapidísimo'), y a Gabri, con el que coincidió en un torneo juvenil. Hasta que Scolari le mandó al último lugar de la fila, a Geovanni le dio tiempo a demostrar velocidad y desborde ante México, pero también un carácter impresionable. Se insinuó como uno de esos delanteros que se arrugan cuando vienen mal dadas. 'Tranquilo, tranquilo. No estoy en la mejor forma física, no me deja desarrollar mi mejor juego, eso es todo', se defiende. Las sombras y polémicas que rodearon su fichaje le anuncian en breve más presión de la que ya por sí acarrea el Barcelona. 'Tranquilo, en todos los clubes grandes hay presión. Y seguro que en el Barcelona no hay más que en la selección de Brasil'. ¿Cuánto vale Geovanni, 12 millones de dólares o 18? 'No lo sé. Yo pretendo dar el máximo. Lo importante no es lo que vale cada uno, sino el trabajo que pueda desempeñar'.
Llegaron a Colombia como la luz de Brasil, como el mayor atractivo de un torneo muy rebajado. Lo dejan de puntillas, escondidos en el banquillo. Son Geovanni y Rochemback, el inminente futuro del Barça.
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