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Columna
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Para septiembre

El mes de julio tiene calidad de cuesta arriba, cuando ya duelen las piernas de andar por los meses de un curso al que se le quiere ver el fin. En estos últimos días nos suelen distraer golosas imágenes de tardes lentas vividas al lado del mar, y nosotros en ellas como dueños y señores del espacio y el tiempo, para lo que guste mandar nuestra más caprichosa voluntad. Vaya que estamos deseando irnos de vacaciones, sin pensar en septiembre. Pero vendrá y volveremos a lo que queda pendiente. Entre lo que las vacaciones dejarán en suspenso está, sin duda, y como asunto importante, el debate sobre la reforma del Estatuto, que va a animar el inicio del curso político y los meses posteriores, porque el asunto es de gran calado y tras las primeras reacciones de posición, ante la sorpresa de la propuesta del presidente Chaves, parece que al menos el debate sobre la reforma interesa a todos los grupos y será cuestión estrella de la política andaluza en los próximos meses.

También debería serlo la inmigración y el problema que plantea la llegada de pateras a nuestras costas, la terrible y triste llegada de cadáveres, y el imposible acuerdo, hasta ahora, para conseguir que la unión de todas las fuerzas políticas haga la fuerza que se necesita para que el Gobierno se decida a poner manos a la obra de evitar el drama. El PSOE propuso un pacto, pero el PP mira al Gobierno de Madrid y calla. Pero el Gobierno tiene la obligación de enfrentar el fenómeno de la inmigración y esa dramática llegada de desesperados a nuestras costas, con voluntad de acabar con las mafias, con el dejar hacer del Gobierno de Marruecos y con el lavado de manos de la Comisión Europea.

Cuando llegue septiembre veremos si en el siguiente capítulo se escribe la voluntad de encarar el asunto o se sigue hablando de pateras, muertos y mafias. Dramas y asuntos urgentes aparte, la vuelta de las vacaciones promete emociones. La consolidación del nuevo líder del PSOE, Rodríguez Zapatero, va a reactivar la vida política nacional, porque el Gobierno y el PP ya no tendrán enfrente a un PSOE perdido sino encontrado en un proyecto de futuro. Pero no sólo el Gobierno tendrá que reaccionar ante el nuevo PSOE, sino el propio PSOE ante sí mismo. La política es un arma cargada de futuro.

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