De bicis, ironías y diálogos

Aprovechando que pasaban noche en el mismo hotel, y en un descuido de los mecánicos, la bici del estadounidense se vio cerca de la del alemán, y le preguntó no sin un toque de ironía: Hola, ¿qué tal te va? La otra, italiana, contestó la verdad. Pues bien, no me quejo, aunque ya sabes, estos días de lluvia fueron bastante duros, pero desde que ha llegado el sol parece que me empiezo a animar. Oye, dijo la estadounidense, siempre te lo he querido preguntar, pero claro, en carrera, aunque siempre estamos cerca, no es momento para hablar, decía, ¿no te sientes un poco vulgar? ¿Qué? Dijo la otra extrañada. Sí, lo digo porque yo soy ultraligera, y a mí sólo me reclaman para las etapas de importancia, pero tú qué pobre, ¿no?, la de rotondas que habrás tenido que sortear. Los estadounidenses siempre tan engreídos, pensó la italiana. Perdona, ¿y tú no eres un poco segundo plato?, porque si no te quieren para las otras etapas igual es porque no eres capaz de aguantarlas, ¿no? Será estúpida, pensó la estadounidense. No, es que yo soy especialista en subidas, aunque no desmerezco en las bajadas, no como otras. ¿Qué?, dijo la del alemán. Sí, porque a mí me pareció que algo raro hiciste en aquella bajada en la que te fuiste por la hierba. Oye, dijo ya enfadada la italiana, que eso lo hizo él, a ver si crees que me gusta ir de excursión por el pinar. Y oye, otra cosa -los tonos se empezaban a alzar- ¿porqué se retuerce tanto el tuyo? ¿porqué te sigue torturando cuando os quedáis atrás?, porque con ese pedaleo fortachón que tiene, no me dirás que no te duelen todos los tubos, ¿no? ¡Doler! Te vas a enterar de lo que es el dolor. Pero apareció un mecánico y se llevó una bici sin sospechar el desastre que acababa de evitar.

Pedro Horrillo es corredor del Mapei.