Azulejos pintados con alegría
Un matrimonio de jubilados alemanes crea murales que decoran algunas urbanizaciones de Mijas
No se puede venir a la Costa del Sol desde Alemania y vivir aquí sin hacer nada. Esto es lo que dice Dieter Goldbach, un alemán de 62 años que, junto con su esposa Sigrid, de 60, se dedica a pintar artísticamente murales de azulejos que decoran las casas de varias urbanizaciones de Mijas Costa. Allí viven desde que se jubilaron hace tres años y medio y lo que comenzó siendo una afición ha terminado siendo un trabajo de encargo. 'No necesitamos el dinero, lo tenemos de Alemania', dice Dieter, 'aquí pintamos por hobby y por alegría, mucha alegría'.
En Colonia, donde vivían, tenían una empresa mayorista de tarjetas de felicitación y papel de regalo. Cuando se jubilaron, su hijo se hizo cargo de la empresa. Entonces sus clientes eran papelerías y centros comerciales. Ahora sus clientes son sus amigos, sus vecinos y cualquiera al que le apetezca tener un mural de azulejos en la fachada de su casa, su oficina, en el fondo de su piscina o 'lo que pidan'.
Hace varios años, en Sevilla, se quedaron encantados con los 'fantásticos' azulejos de la Plaza de España que representan a todas las provincias españolas. 'Queremos probar que nosotros podemos hacer eso también'. Pero de una forma diferente. Para Dieter, en España este arte se hace siguiendo la tradición, 'sin cambiar los colores'. Lo dice mientras señala un mural de una mujer que viste un traje de un rojo muy intenso. 'Nunca se ve un rojo así en España, nunca'. Ellos pintan lo que les pidan y del tamaño que sea. Desde el toro de Osborne hasta formas geométricas. También pintan publicidad y mapas de urbanizaciones.
Por cada azulejo (de 15 centímetros por 15 centímetros) cobran entre 2.000 y 3.000 pesetas, dependiendo de la dificultad del dibujo y los colores utilizados.
Cuando llegaron a Mijas para instalarse definitivamente, lo primero que hicieron fue comprar un horno, azulejos y pinturas. Querían dedicarse a su afición artística. Pero en un primer momento el resultado fue 'horrible'. Si no fuera porque habían comprado el horno, el matrimonio alemán no se dedicaría ahora a esto.
Tras el primer fracaso, Dieter empezó a buscar libros para informarse, pero no los encontró ni en España ni en Alemania. Al final dio con una fábrica química alemana, dedicada a la producción de pinturas para piedras y azulejos que les proporcionó el material que deseaban.
Durante dos años se dedicaron a hacer pruebas para salvar problemas como la obtención de los colores, porque éstos cambian con la alta temperatura del horno, que está a 1.040 grados. En su casa guardan en una estantería cientos de azulejos, debidamente catalogados. Sólo para pintar el color de la carne humana tienen alrededor de seis tonos.
Dieter y Sigrid llegaron por primera vez a Mijas en 1968, de vacaciones, 'cuando no había nada salvo un par de hoteles'. Hace seis años hicieron la casa en la que ahora viven en la urbanización Torrenueva. Al principio venían un par de semanas al año, pero cuando se jubilaron decidieron venir 'para siempre'. Y tan para siempre que dicen que no piensan volver a Alemania salvo para lo más imprescindible. Y el nacimiento de su segundo nieto en mayo no fue imprescindible. Le dijeron a su único hijo que fuera él el que les visitara en España.
'Es que vivir aquí es vivir en un paraíso', dice Sigrid, señalando la inmensa casa-taller que les rodea. Con los encargos van a estar ocupados hasta finales de año. Pero no se dedican siempre a la pintura. 'Pintamos mucho, pero queremos también un poco de vida'.
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