_
_
_
_
_
Reportaje:

El norte de Chipre se niega a ser Europa

Los turcochipriotas prefieren seguir fuera de la Unión Europea hasta la entrada de Turquía, en contra de lo que opina la otra parte de la isla

El sol cae de plano. El mar es verde esmeralda, cálido, tranquilo y el chiringuito de la playa escupe durante horas música de Los del Río a toda pastilla con tanta algarada de palmas que, para escapar a la rumba, no queda más salida que sumergir la cabeza en el agua. Y sin embargo, esto no es Torremolinos ni Marbella, sino la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre, una entidad tan peculiar que es una de las pocas del mundo que, como Noruega, rechaza los honores y las prebendas económicas asociadas al ingreso en la Unión Europea.

No lo hace por un nacionalismo estrecho, limitable a los poco más de 3.300 kilómetros cuadrados de su territorio, sino, acaso, por fidelidad a la gran nación turca. 'Estamos orgullosos de proclamarnos turcos', reza la frase de Kemal Ataturk pintada con enormes caracteres sobre una de las colinas que dominan Lefkosa, que es el nombre turco de Nicosia y el oficial de la capital de la entidad turcochipriota, asentada sobre el sector norte de la gran ciudad mediterránea. El éxito internacional de la entidad ha sido escaso. En sus casi 20 años de vida -fue proclamada en 1983- no la ha reconocido más que un país, el único que no podía dejar de hacerlo: Turquía. Pero las autoridades no desesperan. 'Cuando comiencen los reconocimientos, el primer país que lo hará será seguramente Azerbaiyán', comenta ilusionado Turgut Vehbi, funcionario de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores y Defensa.

El presidente Denktas dice que cuando Chipre entre en la UE, cerrará 'todas las barreras'

En esas condiciones, no resulta fácil encontrar una explicación inmediata al rechazo de Lefkosa hacia la UE, tan rotundo que, el pasado viernes, coincidiendo con el 27 aniversario de la invasión por Turquía de esta parte de la isla, las autoridades invitaron a unos 200 periodistas y académicos de muchos países para informarles de que aquí no se mueve nada y de que, si Europa decide, pese a todo, incorporar a Chipre -algo que ya está fuera de dudas- incorporará también el problema de una isla dividida.

Pero para hablar de esta peculiar república y de su historia conviene empezar por el turismo, ya que es una de sus actividades más notorias. Se apoya en una docena de grandes hoteles, varios de ellos con casino, emplazados en tres o cuatro localidades costeras, principalmente en Kyrenia y Famagusta, que, con la capital, concentran el grueso de la población de la isla. La parte central del territorio, en su mayoría angosto, llana y árida, reúne pocas aldeas de un campesinado visiblemente muy pobre, importado de Turquía, entre las que destacan los cuarteles de los 35.000 soldados turcos que controlan la zona. Una cierta agricultura de agrios, muy poca pesca, pocas fábricas de componentes básicos, construcción, comercio doméstico y una actividad portuaria modesta completan la economía. Cuatro universidades privadas o mixtas, una de las cuales congrega a estudiantes extranjeros, sobre todo de África, son el orgullo turcochipriota.

La electricidad procede de dos centrales de gasóleo y, como corresponde a un mercado de sólo 200.000 habitantes más las fuerzas turcas, resulta muy cara. El litro de gasolina casi alcanza las 200 pesetas. El turismo atrae a unas 200.000 personas al año, según datos oficiales, pero no es una gran fuente de divisas porque apenas un cuarto de esa cifra, integrado fundamentalmente por ingleses y alemanes, procede de fuera de Turquía. Los turcochipriotas han tomado de 'la madre patria' incluso la moneda, la lira turca, y su consiguiente inflación millonaria. Ankara financia un 35% del gasto público corriente y las inversiones en infraestructura, según Mehmet Alí Talat, líder del Partido Republicano, el primero de la oposición, quien añade: 'Si se une a ese dato que la mayoría trabaja como funcionario, se deduce el gran control de Turquía sobre nuestra política'.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El producto interior bruto per cápita es de 5.000 dólares (950.000 pesetas), según Rauf Denktas, el líder primigenio, casi octogenario, fundador de la república en 1983 y presidente desde entonces. Alí Talat asegura, en cambio, que, tras la crisis turca, el PIB per cápita no supera los 2.000 dólares (380.000 pesetas). La República de Chipre registra por el mismo concepto más de 12.000 dólares (2.280.000 pesetas), que le acercan a España y le sitúan como uno de los poquísimos candidatos a la UE que no precisará de ayudas comunitarias. 'Es por el embargo', afirma Turgut Vehbih, refiriéndose un poco a todo, al turismo que no despega y a los puertos que no trabajan.

El embargo, con el genocidio, es uno de los dos mitos básicos de la ideología de resistencia turcochipriota. Todo el mundo habla de él, aunque el propio Denktas haya declarado que 'no hay un embargo legal impuesto. Es un embargo ilegal'. Lo que hay, dada la evidente incapacidad de Chipre para decretar medidas económicas coercitivas y su carencia de poder para imponerlas por la fuerza, son las consecuencias legales de la ocupación turca, cuyo término exige la ONU desde 1983, y del no reconocimiento por Denktas de las autoridades grecochipriotas de Nicosia. Debido a todo esto, la entidad del Norte, que ni entre los hermanos musulmanes ha encontrado acogida, no se beneficia de las relaciones exteriores de Chipre ni de sus acuerdos comerciales, ni puede tener selección de fútbol ni equipos deportivos reconocidos internacionalmente. Los aviones que llegan a su territorio tienen que hacer escala en Turquía y los barcos que tocan sus puertos no son recibidos en Chipre, sino que hacen una escala intermedia. Nada, en definitiva, que España no haga con Gibraltar, a pesar de que el Peñón no ha declarado su independencia.

En cuanto al genocidio, nadie puede negar a estas alturas que, entre 1963 y 1974, corrió en Chipre mucha sangre inocente turca, que los designios del arzobispo Makarios no fueron precisamente cristianos ni que, a raíz del golpe de Nikos Sampson, los grecochipriotas asesinaron mujeres y niños turcochipriotas con un plan de limpieza étnica. Todo ello fue detenido el 20 de julio por la operación Atila, el desembarco turco, pero también por el colapso inmediato del régimen de los coroneles griegos, que dejó a Sampson sin respaldo y propició el regreso de Makarios a la isla. La invasión turca de Chipre, que comenzó como una operación de emergencia contra una dictadura en agonía, derivó así, con el tiempo, hacia una actuación estratégica al servicio de la dictadura militar que se instaló en Ankara en 1980.

Hay historias detalladas de masacres concretas, pero muy pocas cifras que midan la tragedia turcochipriota durante los 11 años de referencia. Un dato oficial es que quedaron 2.000 huérfanos. Denktas, por su parte, reconoció en marzo de 1996 que, durante los sucesos de 1974, 'los turcochipriotas' asesinaron a 1.619 grecochipriotas. Tras la consolidación por estos hechos de la división del país en torno a la línea verde que los cascos azules de la ONU patrullan desde 1964, 65.000 turcochipriotas buscaron refugio en la república del norte y más de 100.000 grecochipriotas se fueron al sur.

Denktas y su equipo tratan de mantener viva la amenaza del genocidio como un argumento básico de su negativa a integrarse en la UE. Hay también otros improbables argumentos legales que remiten al Acuerdo de garantías de 1960, cuando Chipre se independizó del Reino Unido, para concluir que será nulo cualquier tratado de adhesión que los grecochipriotas firmen con la Unión Europea. Pero Denktas reitera, sobre todo, un principio: fueron los grecochipriotas, en concreto Makarios, quienes rompieron en 1963 el estatuto original que situaba en plano de igualdad a las dos comunidades y, por ello, no aceptará negociar con la UE mientras no se le reconozca 'esa igualdad'. 'Los europeos me dicen que el tren está en marcha y que me suba, pero nunca sé si quieren que suba como pasajero de primera, de tercera o como mozo de limpieza. Y yo me quedo en tierra', comenta. Aunque, con un sentido más práctico, agrega: 'Chipre no puede entrar en la UE hasta que entre Turquía. Ése es el motivo por el que los grecochipriotas tienen tanto interés en que entremos antes. Si se destruye el equilibrio, estaremos acabados. Tenemos la determinación total de no entrar en la UE hasta que entre Turquía'.

La UE ha echado sus cuentas y ha puesto sobre la mesa unas cartas que ya están claras: en 1997, la cumbre de Luxemburgo confirmó la apertura de las negociaciones de adhesión con Chipre al tiempo que dejaba en barbecho el ingreso de Turquía; dos años más tarde, la cumbre de Helsinki levantó las reservas hacia Ankara, aunque el propio Denktas cree que 'no entrará antes de 10 ó 15 años', y decidió que Chipre ingresará en la Unión aunque no se resuelva el conflicto grecochipriota. En la práctica, es absolutamente seguro que Chipre será miembro de la UE para 2004, a no ser que toda la ampliación vaya al traste.

Lo que ocurrirá luego es previsible. Rauf Denktas asegura que, el mismo día en que entre Chipre, cerrará 'todas las barreras' que hoy permiten el paso de diplomáticos y turistas, para dejar bien claro que 'el norte de Chipre queda fuera de Europa'. La UE, por su parte, no habrá conseguido el objetivo básico de alejar el fantasma de un conflicto greco-turco en Chipre que golpearía directamente en el corazón de la OTAN. Luego, todo dependerá de cómo evolucione el juego con el verdadero hueso duro de roer, que es el ingreso de Turquía.

Los empresarios turcochipriotas, que son pocos y muy ligados al Gobierno, no ven clara en absoluto la idea de su líder de seguir fuera de la UE hasta que entre Turquía. El líder de la oposición, Mehmet Alí Talat, dice que Denktas siempre ha buscado la anexión total a Turquía, aunque ésta le parezca impensable incluso ahora que en Ankara gobierna Bulent Ecevit, el mismo que decidió el desembarco de 1974, al frente de una coalición apoyada por el Ejército. Talat es partidario de aceptar la solución federal que propone Nicosia y de entrar en la UE en cuanto se pueda. Pero su cuota electoral es del 13,5% y parece improbable que pueda cambiar mientras Turquía siga controlando este trozo de la isla.

Un niño saluda mientras otro ondea una bandera turcochipriota, el viernes en la isla.
Un niño saluda mientras otro ondea una bandera turcochipriota, el viernes en la isla.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_