La Love Parade de Berlín crece en erotismo y decae en asistencia

Los organizadores elevan hasta un millón los asistentes. En cualquier caso, son menos que la edición anterior, a la que acudieron 1,5 millones. Los jóvenes bailaron hasta la noche calurosa de verano bajo el lema Join the Love Republic (Únete a la República del Amor), al ritmo de 250 disc jockeys provenientes de 20 países. Tanto en los 45 carros del desfile que cruzó el parque central de la capital alemana, el Tiergarten, como a lo largo de la Strasse des 17 Juni, un eje principal de la ciudad, agitaron los ravers (jóvenes fanáticos de la música electrónica) de todas partes del mundo sus cuerpos atléticos gritando y silbando por el amor, por la vida, la diversión y la paz.

No está claro si la crisis de las vacas locas o los desfiles de moda otoño-invierno sirvieron de fuente de inspiración para crear disfraces. Además de minúsculos biquinis, se vieron faldas con dibujo de vaca y manchas negras, azules y verdes. Pieles peludas turquesas, amarillas o rosas y camisetitas brillantes se aproximaban al estilo Barbie. Los más atrevidos aparecieron en traje de tigre. Entre los ravers se mezclaron creaciones del anatomista Gunter von Hagen, inventor de un sistema de conservación del cuerpo humano. Presentó seres vivos cuyos cuerpos estaban cubiertos de imágenes del interior del cuerpo. 'Quiero inspirarme', anunció Von Hagen en un comunicado. 'Los ravers experimentan sus movimientos durante la Love Parade, esto es una especie de anatomía vivida'.

El carácter carnavalesco de la cita volvió a la altura de sus primeros años pese, o gracias, a que ya se hablaba de la crisis del techno y la Love Parade. Periódicos alemanes han hablado del 'fin de la Love Parade' en un debate sobre el lugar, la fecha, su financiación y, sobre todo, su situación. El debate surgió cuando el organizador, el DJ Dr. Motte, se encontró con una convocatoria de protesta contra la Love Parade el segundo sábado de este mes, la fecha fija del Love. Motte tuvo que aplazar su espectáculo y aceptar que el Senado ya no lo considera una manifestación política, sino un evento comercial.