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Entrevista:JUAN ANTONIO HORMIGÓN | CATEDRÁTICO DE DIRECCIÓN DE ESCENA

'El teatro genera una relación erótica a través de los actores'

Juan Antonio Hormigón (Zaragoza, 1943) conoce todos los secretos del teatro. Es catedrático de Dirección de Escena y director de la Escuela Superior de Arte Dramático. Por eso se refiere al arte escénico como la representación de la vida y alude a la atracción amorosa, consciente o no, que puede despertar en el espectador un actor. 'Es la vida frente a la destrucción', dice. O lo que es lo mismo, Eros versus Thanatos. Hormigón ha participado en unas jornadas que sobre Erotismo y Teatro concluyeron ayer en Bilbao.

'En el teatro todo se muestra y además se hace en un espacio determinado. Por eso, el teatro genera una relación erótica en sí mismo y especialmente a través de los actores. Ocurre al margen de la historia o de la estética. Son seres humanos que a través de sus personajes se transforman en objeto de deseo', asegura. Erotismo, pornografía. ¿Dónde está la barrera? Hormigón sostiene que la sociedad vive una situación extraña en la que resulta difícil discernir dónde acaba un concepto y empieza otro. 'Hay mucha ambigüedad. ¿Por qué ciertas cosas explícitas dejan de ser eróticas para ser pornográficas? Me parece una actitud muy reductora. Y, sin embargo, hay otras que, aparentemente, sólo parecen insinuadoras y en cambio yo las encuentro de una obscenidad extrema'.

El experto explica que en el siglo XX se produjo, y en el incipiente XXI continúa, un fenómeno preocupante: el de la mercantilización de la pasión. Vivimos, asegura, una realidad en la que lo erótico se ha convertido en mercancía de compra venta. 'Somos simples voyeurs; consumidores de un producto que puede estar sólo en el terreno de la insinuación, pero que contiene una historia de obscenidad. Parece que no tenemos mucho que contar, que no vivimos lo que deseamos y que, por lo tanto, nos vamos al territorio privado. De ahí que nos conmueva ver, e incluso pagamos por ello, a alguien que vive en su casa'.

El teatro es un reflejo de la vida y de ahí que trate de proyectar la realidad de cada tiempo. 'Tenemos la ventaja de que no existe ese corsé moralizante que proviene del siglo XIX y que es la importancia del mundo de las apariencias. Actualmente, en el teatro podemos mostrar casi todo, aunque eso nos deja también un poco inermes porque este extraordinario exceso de imágenes hace que a veces pierda entidad lo fundamental. Hay tantas posibilidades de acceder a una sexualidad tan explícita que más parece que estamos en un territorio clínico que erótico. Esa explicitud carece de erotismo', mantiene.

El erotismo es un ingrediente de la naturaleza humana y se puede desarrollar o ahogar y también convertir en una cuestión banal, asegura. Pero, lo que Hormigón destaca es que el teatro contemporáneo tiene que llenarse de 'carga humanizadora' porque la escena es un territorio muy especial.

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