¡Viva la Pepa!
No crean ustedes que trato de hablarles de la Constitución de 1812. Lo mío es un poco más cercano en el tiempo pero no menos importante. Quiero decir que ¡Viva la Pepa Acosta!, nombre de guerra con el que se conoce a doña Josefa Acosta, profesora, hasta hace días, de imberbes personitas del IES Luca de Tena.
La Pepa era una de esas profesoras que se salen de las normas establecidas por la ortodoxia docente; era la que nos enseñaba eso de las églogas y lo bucólico, y al mismo tiempo a respetar la copla como componente cultural de nuestra tierra.
Pero por encima de todo, La Pepa nos enseñó a todos que, dentro de nuestras posibilidades, tenemos un compromiso cercano. Y lo mejor de todo es que nos lo enseñó con el ejemplo. Mientras algunos se escabullían de los cargos de dirección, allí estaba Pepa, dispuesta a todo; mientras otros no se manifestaban públicamente por aquello del falso corporativismo, ¡zas! opinión de la Pepa.
Era una de esas personas de las que nadie se olvida porque no suelen pasar desapercibidas. Era divina o una hortera almodovariana, era terrible como el levante o un cielo de mujer... era La Pepa.
Todo esto es para decirte simplemente ¡Gracias! Sabemos que te jubilas. ¡Qué cosas! ¡La Pepa jubilá! Mil gracias por habernos espabilado para lo que nos esperaba fuera de las aulas; gracias en nombre de tanto mocosa y mocoso que hemos pasado por tus manos y que también creemos, ahora que ya usamos pañuelo, que tenemos cierta responsabilidad en cambiar lo que no funciona.
Hay profesores que te enseñan, y otros de los que además aprendes. Y tú, Pepa, eres una de esas. ¡Viva la Pepa Acosta!
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