Año de retos para el Athletic

Madrugador, vestido con indumentaria marca de la casa y más empeñado que nunca en sobrevivir a partir de su cantera de futbolistas, el Athletic estrenó ayer la pretemporada ante escasos aficionados.

El conjunto vizcaíno se ha adelantado al resto de conjuntos de Primera, quizá ansioso por borrar su anterior ejercicio, el de Txetxu Rojo, el de la despedida de la directiva presidida por Arrate. La campaña del fútbol gris, sobre todo. El Athletic no tiene más mercado que su cantera: cinco de las siete incorporaciones programadas para afrontar la pretemporada con el primer equipo proceden de la escuela de Lezama. Su gran reto pasa más que nunca por comprobar hasta qué punto puede conciliar el reto futbolístico con su filosofía centenaria. Juup Heynckes, el técnico alemán recuperado para conducir desde el banquillo la nueva etapa del equipo, resumió ayer el doble compromiso con una frase: 'Nos espera la afición'. Después, dirigió a 30 jugadores sobre el césped de San Mamés, cuyas gradas cobijaron de sobra a los 4.000 incondicionales del equipo que acudieron a la puesta de largo de su equipo. Entre ellos, algunos se acercaron para reivindicar la valía de Carlos Merino, el único fichaje de la pasada campaña y ahora declarado transferible. A Heynckes le sobran cinco o seis apellidos, descartes que examinará durante la pretemporada.

El nuevo presidente del Athletic, Javier Uría, volvió a hablar de apoyo, de unidad, de 'amor a los colores', de todos los valores que deben permitir al club superar estos 'momentos delicados'. Un discurso que choca, como él mismo reconoce, con la transformación que está sufriendo el fútbol, donde cualquier concesión al romanticismo más elemental parece una herejía.