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China da las gracias a Samaranch

Aplausos de los miembros a una propuesta para volver a visitar las ciudades candidatas

El día después del triunfo de Pekín como sede de los Juegos de 2008 y antevíspera de la elección del nuevo presidente parecía ser una tranquila jornada de reflexión, pero demostró que las viejas heridas no están cerradas en el Comité Olímpico Internacional (COI). Juan Antonio Samaranch, que recibió una carta del presidente chino, Jiang Zemin, dándole unas significativas gracias, tuvo que sofocar una pequeña rebelión de los miembros, que aplaudieron incluso la petición del griego Nikos Filaretos de cambiar la prohibición de visitar las ciudades candidatas. Esa propuesta da nuevas alas al enigmático y poderoso surcoreano Un Yong Kim, gran rival del favorito belga, Jacques Rogge, para la presidencia, y único partidario de volver al pasado. Tras la victoria de Pekín habían bajado sus posibilidades, porque parecería excesivo el protagonismo asiático en el COI.

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'Le expreso en nombre del Gobierno de China, de su pueblo y en el mío propio, el agradecimiento por su interés', le escribió a Samaranch con fecha de ayer mismo Jiang Zemin, que llega hoy a Moscú para una visita de tres días, respondiendo a una invitación del presidente ruso, Vladímir Putin, y confirmada desde el pasado día 5 cualquiera que hubiese sido el resultado de la elección olímpica. 'El Gobierno y el pueblo harán todos los esfuerzos para que los Juegos sean una fiesta y contribuirán a la promoción de la paz mundial y de la amistad', concluía la misiva, que leyó el veterano miembro chino del COI y de la comisión ejecutiva He Zhenliang, cuyo carisma ha sido muy importante también entre sus colegas para la victoria de su capital. Por algo les dio unas emocionadas gracias.

El cónclave olímpico es muy particular y el próximo presidente deberá tener un talante diplomático importante si quiere dominar lo que puede convertirse en una jaula de grillos en cualquier momento. El griego Filaretos, uno de los primeros miembros que entraron con Samaranch en 1981, reabrió ayer el debate sobre la prohibición de las visitas, decisión tomada hace dos años por ser la fuente fundamental de corrupción en invitaciones y regalos. 'No podemos decidir bien sólo con los informes de las comisiones de evaluación. Y, además, no me gustaría que se me tratase como un sospechoso toda mi vida', dijo, tras pedir a Keba Mbaye, el jefe jurídico del COI, que se reconsidere la norma. Bastantes aplausos rubricaron su intervención. Filaretos lo hizo envalentonado por las declaraciones de las ciudades candidatas menos valoradas por la comisión, Osaka, Estambul y Toronto, que lamentaron el jueves no haber podido recibir a los miembros y que hubiesen deseado mostrarles en persona sus trabajos. Mbaye le contestó que la Sesión del COI es soberana para cambiar las reglas que quiera y entonces tuvo que intervenir Samaranch: 'Como todas las propuestas que se pueden presentar, ésta será estudiada por la comisión ejecutiva'. Y zanjó una cuestión en la que ya no decidirá. Primera patata caliente, recalentada, para el próximo presidente.

El resto del día, aparte de que el mítico Edwin Moses entró en la comisión ética, transcurrió entre datos ya conocidos en reuniones anteriores, pero que llegaban por primera vez a los miembros. Y con recomendaciones. Sobre el dinero, prudencia ante la recesión económica, aunque esté asegurada la caja hasta 2008 con los multimillonarios contratos de televisión y patrocinadores. En el gigantismo, si fuera por las federaciones internacionales habría 11.548 atletas y 320 competiciones en Atenas 2004. Pero deben quedar alrededor de 10.000. En Sydney hubo 10.651 y 300 pruebas. Y en dopaje se han plantado las bases para atacar, controlar y regular los últimos métodos: la manipulación genética, el asma fingida para llenarse de esteroides y los complementos nutricionales, pues el laboratorio de Colonia ha encontrado hasta 600 productos con sustancias prohibidas, especialmente nandrolona.

Juan Antonio Samaranch, durante la reunión del COI de ayer en Moscú.
Juan Antonio Samaranch, durante la reunión del COI de ayer en Moscú.AP

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