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CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

Tanques israelíes disparan sobre Nablús en respuesta a tres ataques de palestinos a colonos

La tregua firmada hace un mes languidece mientras aumenta la tensión en Cisjordania

La tregua virtual firmada hace un mes por israelíes y palestinos gracias a la intermediación de la CIA siguió difuminándose ayer mientras los tanques israelíes disparaban sobre dos cuarteles de las fuerzas de seguridad palestina en la ciudad de Nablús, en el norte de Cisjordania, en respuesta a tres agresiones anteriores perpetradas por comandos palestinos contra una familia de colonos judíos y dos grupos de israelíes cuyos vehículos fueron tiroteados. Nablús se ha convertido, junto con Rafah, en el sur de la franja de Gaza, en uno de los focos más conflictivos de la segunda Intifada.

Los esfuerzos de la comunidad internacional por aplicar la tregua pactada por israelíes y palestinos el pasado 13 de junio, que cumple hoy un mes, se estrellaron ayer en las cercanías de Nablús, cuando un comando palestino disparó contra el vehículo de una familia de colonos israelíes, y lesionó a la madre y a su bebé de pocos meses e hirió de gravedad al padre. Poco antes, cuatro colonos resultaron heridos (uno de ellos está en estado crítico) en dos ataques similares, uno en Nablús y otro cerca de Hebrón. Los tres palestinos que dispararon contra el vehículo de la familia de colonos estaban vestidos de soldados israelíes.

Los ataques contra los colonos, venganza palestina por una acción anterior del Ejército israelí, perfectamente engarzada -como siempre- en una violencia aún más antigua, provocó la airada reacción de las tropas, que dispararon una decena de obuses contra un cuartel de la policía y de los servicios de información del presidente palestino, Yasir Arafat, en el interior de Nablús. Un policía murió y un muchacho resultó herido. Mientras tanto, la milicia paramilitar de los colonos recorría pueblos cercanos rompiendo cristales de las casas y coches de los palestinos.

La tensión que vive la región de Nablús desde hace varios días obligó ayer a uno de los consejeros del presidente Arafat a pedir públicamente el 'apoyo de la comunidad internacional y especialmente de Estados Unidos para poner fin a esta peligrosa situación'. Pero la llamada no tuvo respuesta, ya que la dinámica es tan tensa y peligrosa en el norte de Cisjordania que los propios equipos de seguridad de la Unión Europea, que colaboran con los palestinos en la aplicación del alto el fuego, no se atreven por ahora a pisar ese territorio.

La escalada de la tensión en Nablús se produjo al mismo tiempo que el primer ministro israelí, Ariel Sharon, abandonaba Jerusalén con destino a Roma, donde efectúa una visita oficial de 24 horas. Su objetivo es el de explicar a la opinión pública europea la posición de Israel, de la misma manera que la semana pasada lo hizo en Francia y Alemania.

Sharon, en camino desde la ciudad santa de Jerusalén hacia la otra ciudad santa, Roma, descartaba los peligros 'inminentes de una guerra', pero al mismo tiempo aseguraba que el Ejército de Israel se dispone en los próximos días a 'aumentar sus esfuerzos por repostar'. La frase contradictoria de Sharon podría suponer en definitiva el fin de la 'política de contención' decretada desde hace cerca de dos meses por el Gobierno de Israel, cuando se dio cuenta de que estaba ganando la guerra sobre el terreno pero perdiendo la batalla mediática.

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Si el general Sharon opta por incrementar la respuesta del Ejército israelí contra los palestinos, habrá gastado tontamente el dinero pagado a dos empresas de comunicación norteamericanas que han estudiado la situación para mejorar la imagen del Gobierno y que han impartido ya sus primeros consejos, por ejemplo, disimular la presencia de los gorilas del entorno de los dirigentes israelíes.

Por otra parte, ayer, en un renovado esfuerzo por ganarse el apoyo internacional, Simón Peres, ministro de Exteriores e hipotética cara amable del Gabinete de Sharon, desmentía categóricamente que desde el Gobierno se estuviera planeando una operación destinada a asesinar a Arafat o debilitar su posición al frente de la Autoridad Palestina. El desmentido de Peres fue avalado de inmediato por otros tres ministros.

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