Un programa rápido y un ambiente preocupado
El despiste de un parlamentario dejó en evidencia que Ibarretxe necesita los tres votos de IU
La segunda jornada de la sesión de investidura del nuevo lehendakari se desarrolló en media hora: el tiempo necesario para que votaran los 75 parlamentarios. Lo que marcó la jornada no fueron los votos, que ya se daban por contados, salvo la relativa sorpresa de IU, sino el ambiente que respiraban muchos corrillos. Ayer, releído con calma el discurso de Juan José Ibarretxe, unos y otros mostraban, por razones diversas y a veces contrapuestas, su preocupación.
Probablemente uno de los semblantes más preocupados fue el de Arnaldo Otegi. Si cumple lo anunciado y acude con asiduidad al Parlamento, va a tener que hacer frente a una legislatura especialmente complicada para sus intereses. Ibarretxe parece dispuesto a luchar a brazo partido por mantener los votos que le han llegado de la izquierda abertzale y por conseguir el gran sueño del presidente de su partido: que el PNV lidere a todo el nacionalismo vasco.
Una vez que ETA ha vuelto a los atentados y asesinatos y que se ha olvidado el proceso de Lizarra, Otegi y sus seis correligionarios están más aislados que nunca en el hemiciclo y con serias dudas sobre el futuro de los acuerdos que aún mantienen en algunos ayuntamientos. La decisión del lehendakari de trasladar al Parlamento vasco el diálogo sobre el proceso de paz 'entre todas las fuerzas que obtuvieron escaños el 13 de mayo' puede abrirle una puerta, pero por el momento su soledad ha sido patente. Otegi se quejaba ayer de que el vocabulario nacionalista, que aceptó incluir los territorios vasco-franceses entre sus reivindicaciones, haya olvidado ahora la existencia de 'Euskal Herria' y la soberanía única de un pueblo 'dividido entre dos Estados'.
Ibarretxe tampoco pareció especialmente feliz. Una anécdota algo tonta -un joven parlamentario de EA entró tarde en la sala y no se admitió su voto- dejó clara la fragilidad de su mayoría parlamentaria: a poco que le falte un único voto puede quedar empatado con los 32 que suman PP y PSE. Por eso necesita los tres escaños de Madrazo y por eso le ofreció de nuevo entrar en el Gobierno. Madrazo se mostró encantado.
Preocupación también del lehendakari por conocer la respuesta del Gobierno central a sus propuestas de diálogo y concertación policial. Los contactos al más alto nivel están cerrados desde hace casi dos años, al igual que las entrevistas a nivel político: Aznar se ha negado hasta ahora a recibir a Ibarretxe.
El lehendakari tiene además por delante un programa denso, y un calendario de plenos que él mismo considera decisivo y al que ha marcado un ritmo extraordinariamene rápido.
'Una cosa es que el lehendakari desee mostrar que tiene energía y ganas de hacer cosas y otra que diseñe un ritmo imposible y luego se sienta frustrado y traslade esa frustración a la sociedad', comentaba ayer el líder del Partido Socialista de Euskadi, Nicolás Redondo. Para Redondo, el lehendakari debería esforzarse por conseguir antes un mayor nivel de confianza entre los políticos, de forma que nadie sospeche que existen intenciones ocultas o planes no explicados detrás de las propuestas 'oficiales'. La misma petición de que Ibarretxe abra canales para contactos personales fue formulada de manera algo críptica en su intervención en el hemiciclo por el principal dirigente del PP en Euskadi, Jaime Mayor Oreja. La necesidad de que Ibarretxe, que hasta ahora se ha mostrado poco proclive a ese tipo de reuniones informales, cambie de hábitos e intente mantener relaciones más fluidas con políticos de la oposición ha sido también señalada por algunos dirigentes 'clásicos' del PNV, incluido su presidente, Xabier Arzalluz.
Volver a empezar
El cansancio y la preocupación fueron también patentes en Jaime Mayor Oreja. El dirigente del PP, que ayer cumplió 50 años, reescribió, prácticamente en solitario, el discurso que tenía previsto para la sesión de investidura a la vista de las propuestas del lehendakari, pero aún así mantuvo sus líneas generales. 'Es cierto que Mayor Oreja se enfrenta a un problema especial y es que cuando habla de ETA casi todo el mundo sigue viendo en él al ministro del Interior. Será difícil evitar esa asociación durante algún tiempo, porque ETA es un tema inevitable en el Parlamento vasco', admite uno de los parlamentarios de su grupo. Por lo demás, Mayor Oreja, sigue convencido de que las propuestas del lehendakari ocultan algún proyecto que todavía no ha sido explicitado y que chocará con las competencias soberanas del Parlamento español, y de que se aproximan unos meses de complicada actividad política. En cualquier caso, su partido y el presidente del Gobierno le han cedido pleno protagonismo en todo lo que se refiera al País Vasco. La decisión que tome Mayor respecto al restablecimiento de unas relaciones de normalidad con el lehendakari del PNV se ha convertido así en la principal pregunta política del momento.
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