'Cuando miré a Europa me sentí más libre'
Hace años que los músicos de jazz europeos empezaron a inspirarse en sus propias raíces culturales para ganarse un futuro desligado del sacrosanto modelo afroamericano. Pero en España esa tendencia natural es todavía un fenómeno relativamente nuevo.
Baldo Martínez (Ferrol, 1959) es uno de los músicos que más empeño y rigor están poniendo en esa línea de trabajo. El contrabajista gallego acaba de publicar Nai (Karonte), un disco revelador que bien podría pasar a la historia como el primer intento serio de tratar desde una perspectiva jazzística el folclor de la zona noroccidental de la Península. Martínez reconoce la influencia, pero aclara que su propósito no es convertirse en un defensor monotemático de los aires de su tierra: 'Lo que persigo es ofrecer un compendio de mis experiencias. Al principio escuchaba heavy y rock sinfónico y luego me interesó el jazz-rock; para bien o para mal, pertenezco a una generación que llegó a Miles Davis después de conocer a sus discípulos. Cuando empecé con el grupo Clunia en 1982, me consideraba un músico de jazz, y se suponía que los músicos de jazz escuchaban el jazz que hacían los músicos negros, y punto. Con el tiempo, esa idea se fue convirtiendo en una carga porque después ¿qué? Me daba la sensación de ser un músico anclado en Finisterre mirando exclusivamente hacia el otro lado del Atlántico'.
Un giro de 180 grados le permitió al contrabajista romper esa imagen estática y encontrarse con Europa. 'Fue todo un descubrimiento. Empecé a abrirme a otras músicas y a escuchar a instrumentistas como Jan Garbarek o Louis Sclavis . Necesitaba encontrar mi sitio y me alegró comprobar que en ese ámbito no había requisitos estilísticos que cumplir ni servidumbres conceptuales'. Desde entonces, Martínez ha avanzado en dirección a la libertad con discos como No pais dos ananos (Karonte, 1995) y Juego de niños (Karonte, 1998), y con valiosas colaboraciones en directo con músicos como Carlo Actis Dato .
De acuerdo con las palabras de Pessoa: 'Sentirlo todo de todas las maneras; saber pensar con las emociones y sentir con el pensamiento. No desear mucho sino con la imaginación', Martínez ha ensanchado su radio de acción y ha emprendido proyectos de distinta índole, desde el poético-musical, Un texto, un contrabajo al que desarrolló a petición del Festival de Guimarâes. 'El director, Ivo Martins, me sugirió que compusiese música basada en el folclor gallego y del norte de Portugal. En lo demás me dio carta blanca y empecé a escuchar grabaciones de canciones tradicionales cantadas y cancioneros diversos. Incluso aproveché una cantiga de Alfonso X que me pareció interesante por su ritmo. Era la primera vez que tenía ocasión de controlar todo el proceso. La organización y el público portugués quedaron encantados'.
Sorprendentemente, el Proyecto Minho, en el que participó la inquieta cantante portuguesa Maria Joâo, no ha sido todavía llevado al disco ni presentado en vivo en España. A la espera de que estas dos absurdas omisiones se solucionen, Martínez ha decidido dar salida a otras ideas. El contrabajista ya tiene otros planes en la recámara, entre ellos reunirse con sus antiguos compañeros de Clunia para tocar y grabar a principios del año próximo, y desarrollar, con más músicos en escena, su sugerente proyecto Un texto, un contrabajo, basado en poemas de Mario Benedetti y realizado hasta ahora a dúo con su hermanastro, el actor Chisco Amado.
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