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Concha Jerez reflexiona sobre el espacio físico y el inmaterial en San Sebastián

Maribel Marín Yarza

La muestra, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 1 de septiembre, responde a una de las líneas de actuación que se marcó el Koldo Mitxelena hace ocho años: invitar a un artista a que ideara un serie de obras expresamente para la sala. Concha Jerez, como otros autores, ha trabajado así con un cheque en blanco y ahora presenta siete instalaciones y un conjunto de piezas clave en su extensa trayectoria.

Ha logrado así condensar en un único espacio todas sus obsesiones: la reflexión sobre el lugar-no lugar; el tiempo, la memoria, lo cotidiano, la necesidad de transgredir, la vigilancia... Temas que se tornan novedosos en las tres instalaciones expresamente producidas y concebidas para la sala. Entre ellas, Jardín de la palabras oídas y Jardín de palabras escritas, ubicadas en los patios centrales de la sala. Unas escaleras metálicas envueltas de celofán suben hacia la biblioteca pública que alberga el Koldo Mitxelena, mientras se escuchan las lecturas grabadas de usuarios anónimos de centro cultural. 'Quería plasmar la relación de la obra con el espacio en el que está ubicada y hacer alusión a la riqueza literaria que alberga la biblioteca', señaló ayer la artista.

Jerez, quien realizó su primera instalación en 1976, ha abordado también para esta muestra nuevas versiones de producciones anteriores con el fin de presentarlas en la sala. En Caja de cotidianeidad, una instalación realizada con material translúcido, presenta decenas de periódicos del País Vasco sobre los que ha realizado marcas ilegibles. Pretende con ello, igual que en otra pieza, cuestionar la idea de que la prensa 'da fe de lo cotidiano'. Su enfoque, dijo, 'siempre depende de la visión del periodista o de los intereses del medio para el que trabaja'.

En la exposición hay constantes alusiones a su preocupación por la dicotomía lugar-no lugar. La instalación Net Ópera, trabajo inicialmente realizado por la artista y José Iges para Internet, habla de la vida como espectáculo y contrapone una proyección de un teatro con una pantalla de ordenador en la que el espectador actúa como ratón con su movimiento. 'Si bien el desarrollo de mi obra ha partido de la reflexión sobre el espacio físico , en los últimos años la aparición de las nuevas tecnologías ha propiciado un no-lugar que también ha ocupado un espacio esencial en la realización de la misma', reflexiona la artista canaria.

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