La democracia en peligro
Los dos principales problemas humanos con los que el mundo se enfrenta al empezar el siglo XXI, ignorados cotidianamente por los medios de comunicación, son a) la pobreza creciente en gran parte del mundo, y b) el también creciente déficit democrático y la fragilidad de las democracias recientes.
No minimizamos la trascendencia de conflictos como el del terrorismo en España, o el conflicto de Oriente Próximo, que lógicamente acaparan una buena parte de las noticias nacionales e internacionales. Sin embargo, debemos recordar que por cada víctima de estos conflictos hay más de mil causadas por los dos grandes problemas arriba mencionados. El primero es la pobreza, el hambre y las enfermedades que padece la mayoría de la población de África y de algunos países en otros continentes, para las que los organismos internacionales no están encontrando soluciones, en parte debido al desinterés de las élites de los países ricos y de las oligarquías que rigen los propios estados afectados.
El otro gran problema, ignorado e incluso negado por muchos, es el creciente déficit democrático en el mundo. Tras la llamada por Samuel Huntington 'Tercera Ola de Democratización', que empezó en Portugal, España y Grecia, siguió en Iberoamérica en los ochenta y culminó con la democratización de Europa del Este y de algunos países que resultaron de la desintegración de la Unión Soviética, estamos ahora inmersos en un proceso inverso, que amenaza a muchas democracias. Las expectativas que sucedieron a las transiciones han dado paso en muchos casos a una desilusión progresiva, a un retroceso de las libertades e incluso en algunos casos a una democracia cada vez más vacía de contenido, limitada a la participación periódica de los ciudadanos en elecciones muchas veces fraudulentas, y con opciones poco atractivas.
Aunque la experiencia en el sur de Europa ha sido positiva, la investigación académica ha demostrado que las jóvenes democracias pueden ser frágiles y vulnerables frente a diversas crisis o amenazadas por posibles golpes militares, por defectos en sus propias instituciones o por su incapacidad para controlar la corrupción.
Huelga enumerar los efectos de la democratización, o ausencia de ella, sobre el mundo; nunca, en la historia mundial, pensamos que haya habido una guerra entre dos democracias plenamente consolidadas, cuyos conflictos se resuelven por caminos diplomáticos. Las democracias en principio respetan los derechos humanos y gobiernan con equidad; no ocurre así con los gobiernos no democráticos, en los que las tragedias y sufrimiento humano y la pérdida de esperanzas crecen dramáticamente.
Para luchar contra el problema y dar un fuerte impulso a la democracia en el mundo, hemos decidido organizar una Conferencia para la Transición y Consolidación Democráticas, que se celebrará en Madrid en octubre de 2001. La Conferencia reunirá en una primera fase a alrededor de cien expertos, académicos y políticos, de más de veinticinco países, en ocho grupos que discutirán recomendaciones prácticas en 1) diseño constitucional, 2) poder legislativo, 3) poder judicial, 4) reforma de la burocracia estatal, 5) medidas anticorrupción, 6) papel de las fuerzas armadas y de seguridad, 7) pluralismo político y civil, y 8) condiciones y medidas económicas y sociales. Cada grupo será liderado por un coordinador de reputación mundial en su campo, y moderado por un ex jefe de Estado o de Gobierno. Los ocho moderadores de estos grupos de discusión serán Inder K. Gujral (India), Aníbal Cavaco Silva (Portugal), César Gaviria (Colombia), Julio María Sanguinetti (Uruguay), Kim Campbell (Canadá), Leonel Fernández (República Dominicana), José María Figueres (Costa Rica) y Hanna Suchocka (Polonia).
Hemos invitado para la siguiente fase de la Conferencia a los jefes de Estado o de Gobierno de aquellos países que, habiendo tenido una transición reciente y mostrado su ánimo de democratización, quieran consolidar sus democracias. Esperamos que entre veinticinco y treinta jefes de Estado y veinte ex jefes acudan a la reunión y acuerden la creación de un Comité Permanente con la misión de diseminar la investigación que conduzca a la mejora de los procesos e instituciones de las ya consolidadas.
El método de trabajo en esta conferencia será también innovador y fomentará la democracia. Se otorga tiempo prioritariamente a la discusión en grupos de trabajo de expertos y de jefes de Estado. Se establecen mecanismos eficaces de comunicación de análisis y de recomendaciones de los expertos a los jefes de Estado, quienes escucharán y discutirán estos informes. Se convoca a participantes que cubren una amplia gama de criterios intelectuales y políticos. Se publicarán ponencias y resúmenes de los resultados de los trabajos de la conferencia para informar al público. El Comité Permanente que se creará tendrá una composición políticamente plural, con representantes de experiencias diversas en distintos continentes, aunque todos comprometidos con el intento de propulsar y fortalecer la transición democrática.
Al poner nuestra fe en esta conferencia estamos rechazando dos premisas. Una, determinista, es que las transiciones ocurren solas, porque las trae la globalización, o el crecimiento económico, o dejan automáticamente de ocurrir cuando no hay una suficiente renta per cápita y clase media. Otra es la que niega la aplicabilidad de modelos o de casos de éxito, a otros países, declarando que las condiciones locales son determinantes, dando así a un dictador la coartada de proclamar que su país es único y que un régimen democrático es inaplicable en él.
Esta iniciativa de la Gorbachev Foundation de Norteamérica y de FRIDE, dos ONG parte de la sociedad civil cuyo papel en la transformación del mundo va en aumento, no habría podido llevarse a cabo sin el apoyo activo de las instituciones y personas más altas de la nación. La celebrada transición española y el apoyo de SM el Rey y del presidente del Gobierno han sido los criterios decisivos a la hora de elegir a España como sede de esta cumbre en la que tantas esperanzas depositamos.
Mijaíl Gorbachov es ex presidente de la URSS. Diego Hidalgo es presidente de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).
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