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El tribunal militar atribuye la muerte de un teniente a un error humano

El Tribunal Militar Central ha atribuido a una 'precipitada e imprevisible actuación personal' del sargento Diego Caballero la muerte

del teniente Arturo Vinuesa, en abril de 1992, durante un ejercicio del curso de operaciones especiales en el campo de San Gregorio (Zaragoza). La sentencia asegura que el 'yerro' del sargento, quien disparó sobre la tienda en cuyo interior estaba el teniente, pudo ser causado 'por el nerviosismo o excitación que puede generar la realización de fuego real, por un exceso de celo en el cumplimiento de la misión encomendada [...] o por alteración o pérdida de la noción espacio-tiempo'. A su juicio, se trata de una 'confusión culpable' que da lugar a una 'responsabilidad criminal por negligencia', aunque modulada por circunstancias que llevan al tribunal a imponerle tres meses y un día de prisión.

Por el contrario, el tribunal ha absuelto al teniente coronel Cándido Alonso Díez, coordinador del ejercicio, por considerar que, aunque se produjeron múltiples incidencias durante su desarrollo -como el fallo de las granadas iluminantes- 'no existieron motivos de entidad suficiente para que, por razones de seguridad, hubiera de ordenarse su paralización'. Entiende, además, que 'el trágico resultado no fue debido a un defecto de planeamiento, preparación, coordinación o ejecución de la operación, ni a actuación negligente alguna' por parte del profesorado.

La sentencia niega que las medidas de seguridad -enlace radio, bengala blanca y contacto físico- fueran concurrentes, como sostuvo el teniente coronel en el juicio, y asume que eran alternativas (bastaba con una sola para disparar), pero a pesar de ello las estima 'suficientes'.

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