Polis
En verano cambiamos de identidad. Nos ocultamos tras las gafas de sol, nos mudamos a lugares irreales (hoteles con piscina, chalets tiroleses, pisos de rascacielos, chozas caribeñas) y emprendemos una nueva vida. Amanecemos más tarde (o más pronto), nadamos o caminamos (o no hacemos nada), comemos sentados a una mesa (o no), jugamos al naipe y al parchís (o no jugamos en absoluto), pero es obligado hacer lo contrario que el resto del año. Ningún cirujano se va de vacaciones con un quirófano en el maletero del coche.
Adoptar una nueva personalidad sale por un Congo, pero nos gusta. Arrojamos la corbata o el sujetador por la ventana y nos ponemos unos bermudas de color salmón o una camiseta que marque. Así escapamos a la condena de ser lo que somos. Ya nadie puede identificarnos como arquitecta, albañil o director financiero. No somos nada. Somos gente ociosa, indefinida, unos tipos raros. Pagamos cantidades descomunales para librarnos de nuestra identidad y lo disimulamos diciendo que es 'para descansar'. Pero no hay mayor descanso que librarse de uno mismo. Lo cual da una energía fabulosa y no hay quien pare quieto. Salimos a pescar, bailamos tangos, hacemos yoga, es insoportable.
Pero ahora imagínense ustedes a los policías de la secreta que trabajaban en la manifestación de los anti-globales (por ignorancia, se les llamó 'agentes infiltrados'). El policía de la secreta es un ciudadano que cambia constantemente de identidad y se pasa todo el año travestido. Un día hace de abertzale o de campesino andaluz, otro de maulet o de gaitero, luego de ultrasur o de linchador de moros. Así que, cuando llegan las vacaciones, los policías secretos se calan una gorra de plato, limpian sus correajes, atan la porra al cinto y pasean felices por calles y plazas haciendo de policía al descubierto. Casi todos los policías de uniforme que vean ustedes en verano son policías secretos de vacaciones. Delincan ustedes delante de ellos y comprobarán que no actúan, sino que silban El puente sobre el río Kwai mientras hacen molinetes con la porra.
Ahora bien, si les detienen, no se me quejen. También hay mucha policía secreta disfrazada de policía secreta en vacaciones.
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