Cantaores por derecho

El primer concierto flamenco de esta edición de los Veranos de la Villa trajo poco público pese a la presencia de dos cantaores que los buenos aficionados estiman en alto grado.

La trianera Esperanza Fernández tiene una sólida formación flamenca, de tradición familiar, y pese a ser artista versátil que con frecuencia participa en toda suerte de experiencias musicales, el lunes por la noche se dedicó en exclusiva al cante clásico, en el que brilló con autoridad propia. Todo lo cantó bien, en una tesitura alta que le es peculiar por las condiciones de su voz. Algunas cosas -soleares, cantiñas- incluso las hizo muy bien, y no precisamente las de menor dificultad, dándole Cortés un toque muy preciso y jondo. Las bulerías las cantó y bailó Esperanza con espléndida flamencura.

Muy buen cantaor es también el madrileño Diego El Cigala, aunque sin la regularidad de su compañera. Esta noche, sin embargo, fue de las buenas, y se rompió cantando con muchas ganas y, yo diría, con rabia, excelentemente acompañado por la guitarra de Niño Josele. Me gustó especialmente por soleares, en una larga y variada secuencia. Casi hasta por tarantos, aunque es palo que me da la impresión de que no conoce bien y a veces se pierde irremediablemente. También brilló en las bulerías, en dos largas tandas, y en los tangos.