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Columna
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ETA analiza el 13-M

El pasado fin de semana, la corriente de izquierda navarra abertzale Aralar, integrada hasta ahora en Herri Batasuna (HB), rompió sus vinculaciones orgánicas con la formación nacionalista radical, que una semana antes había adoptado el simplificado nombre de Batasuna (unidad, en euskera) en la asamblea celebrada en Pamplona. El rebautizado brazo político de ETA, que conserva las siglas de Euskal Herritarrok (EH) como frente electoral, ha remozado la composición de sus órganos de dirección con gentes formadas en Jarrai y curtidas en la lucha callejera: 16 de los 32 miembros de la Mesa Nacional tienen menos de 32 años y otros 7 no han cumplido los 40. Otegi seguirá siendo portavoz de la Mesa Nacional y Joseba Permach su coordinador general.

El continuismo de Batasuna respecto al pasado es estricto: la asamblea del 23 de junio aprobó por abrumadora mayoría que 'todas las clases de lucha' son necesarias para 'construir Euskal Herria'. Los resultados del proceso de refundación de HB habían sido ya descontados por los expertos en la variante de kremlinología dedicada a estudiar al eufemísticamente denominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV), entramado hegemonizado por ETA a través de mecanismos de doble militancia que le permiten controlar un abigarrado conglomerado de organizaciones legales, alegales o ilegales dedicadas a funciones especializadas: la representación parlamentaria, foral o municipal; la actividad sindical; el trabajo cultural y educativo; el fomento del deporte y del folclor; la solidaridad con los presos y las campañas por la amnistía; los medios de comunicación; el espionaje de futuras víctimas del terrorismo; la extorsión a empresarios, comerciantes y profesionales; la violencia callejera de la kale borroka. La ruptura con Batasuna de la corriente Aralar, encabezada por militantes históricos de la izquierda abertzale, ha hecho aflorar, por lo demás, la crisis del MLNV tras su estrepitosa derrota electoral del 13 de mayo.

Las líneas maestras de las resoluciones aprobadas en Pamplona por la Asamblea refundadora de HB no se apartan ni un milímetro de los mensajes transmitidos por dos innominados dirigentes de ETA en la entrevista publicada por el diario Gara el pasado 7 de junio: las jerarquizadas y disciplinadas relaciones de dependencia de Batasuna respecto a la banda terrorista son evidentes. Los portavoces periodísticos de ETA establecen un balance 'doloroso' de las elecciones vascas del 13-M, atribuyendo el espectacular retroceso en las urnas de EH (81.000 papeletas y la mitad de sus diputados autonómicos) al 'voto fruto del miedo y la debilidad': de esta forma, 'la izquierda abertzale ha perdido la llave' en el Parlamento y no podrá ya chantajear al PNV. El camino hacia la independencia de Euskal Herria triunfalmente recorrido desde el verano de 1998 -se lamentan los portavoces de ETA- ha sufrido un brusco parón: si hace tres años el PNV 'se salió del acuerdo con el Estado' mediante su pacto secreto con ETA y el acuerdo público suscrito en Estella, ahora parece dispuesto o tentado a regresar al marco del Estatuto de Gernika: 'Sus primeros pasos evidencian que quiere aplicar la receta autonómica de siempre: tender la mano a PP y PSOE y crinminalizar a la izquierda abertzale'.

Los portavoces de ETA entrevistados por Gara reivindican la titularidad de los 81.000 sufragios perdidos el 13-M por EH y protestan ante los intentos de apropiárselos del nacionalismo moderado: 'Sería grave que el PNV secuestrara esos votos y se los ofreciera al Estado'. Porque esas papeletas robadas a EH ('los del PNV estarán muy felices de haber recibido muchos miles de votos independentistas') están manchadas de sangre: según ETA, los resultados del 13-M han demostrado que la lucha armada, lejos de favorecer al PP y de perjudicar al nacionalismo vasco, en realidad 'ayuda al PNV e incluso al nacionalismo en su conjunto', ya que la amenza terrorista 'ha activado el voto abertzale'. Los portavoces de la banda armada señalan que sólo hay un camino para que sus cuadrillas de asesinos dejen de matar: la vuelta al entendimiento del PNV con ETA y la reedición del Pacto de Estella: 'Habrá que hacer un nuevo intento más firme, más elaborado, más honesto y más maduro'. El independentismo es inseparable de la violencia terrorista e incompatible con la democracia: 'Sin lucha armada' -no es 'una opinión', sino 'una constatación', glosan los portavoces de Gara- no hay más vía que el aborrecible 'marco autonómico'.

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