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Reportaje:

El Cesid en la era de la globalización

Los servicios de inteligencia han tenido que adaptarse a la nueva economía y al desarrollo de las telecomunicaciones

El diplomático Jorge Dezcallar tomó ayer posesión de la dirección del Cesid (Centro Superior de Información de la Defensa) y juró 'por su conciencia y honor', con la mano puesta en una Biblia (abierta por el Cantar de los cantares), que guardaría lealtad al Estado y al Rey, y que defendería la Constitución.

El acto se celebró la sala de tapices del palacio de La Moncloa y estuvo presidido por José María Aznar. Al entrar en la sala, el presidente del Gobierno saludó expresamente al director saliente, el teniente general Javier Calderón, y le abrazó al final del acto, que duró minuto y medio. Calderón ha sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, una de las máximas condecoraciones civiles que otorga el Gobierno.

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Al acto asistieron, además el ministro de Defensa, Federico Trillo, funcionarios y una docena de directivos del Cesid, entre ellos una mujer, que se colocaron a un lado, fuera del alcance de las cámaras.

Entre los trajes de tono gris de políticos y funcionarios destacaba la corbata verde rabioso de Dezcallar, que tendrá tres misiones prioritarias en la dirección del organismo que recoge información para que el Ejecutivo tome decisiones políticas de alto nivel: la recogida de datos sobre el terrorismo de ETA, la coordinación de todos los organismos del ramo (Policía y Guardia Civil) e impulsar el anteproyecto de ley que debe regular el servicio hasta su aprobación por amplio consenso en las Cortes. Inicia su gestión en la era de la globalización, que en los últimos años ha planteado nuevos desafíos a la seguridad de los Estados democráticos.

La Casa, como se conoce al servicio en la jerga profesional, ha incrementado sus efectivos desde hace un año para analizar la información de las actividades relacionadas con el terrorismo.

Sobre este problema, algunos expertos del Cesid echan de menos que en todos estos años de régimen democrático el Estado no haya creado un grupo amplio de cabezas (lo que los anglosajones llaman think tank) de diferentes procedencias profesionales y sensibilidades que se dediquen a seguir y analizar el terrorismo desde un punto de vista estratégico.

Un tema espinoso será el de la coordinación con los demás servicios de inteligencia. En un principio esta función es discutida abiertamente por la Policía y la Guardia Civil. Si finalmente Dezcallar se hace cargo de la coordinación será, de acuerdo con las fuentes consultadas próximas al Cesid, 'para la mejor obtención de información, pero no para la operatividad'.

Es decir, que en la recogida de datos no se dupliquen los esfuerzos y que el Cesid no intervenga en la parte operativa de la Policía y la Guardia Civil, que son las instituciones adecuadas para la prevención y represión de los delitos. No ha sido infrecuente que agentes de las dos fuerzas hayan tenido broncas e, incluso, de ambos organismos con personal del Cesid. 'La susceptibilidad siempre está a flor de piel', señalan las fuentes.

La globalización afecta no sólo a los países europeos, sino que también supone un reto para el proceso de unidad europea. Muchas amenazas de nuevo cuño requieren la colaboración de todos los Estados. Así lo expresó el ex ministro socialista de Asuntos Exteriores Carlos Westendorp hace un año en un seminario celebrado en El Escorial con el tema de Seguridad y Democracia. El futuro de los servicios de inteligencia. El diplomático dijo: 'Si la UE quiere construir su propia identidad de defensa y llega a ser autónoma de los Estados Unidos, precisa que su política de seguridad esté respaldada por una capacidad de inteligencia común'.

Dentro del proceso de mundialización de la economía, los servicios secretos se han volcado en estos últimos tiempos en prevenir los efectos negativos en la seguridad de los países. Las telecomunicaciones son objetivo prioritario para la vigilancia en un doble aspecto: la previsión de ataques contra las redes de comunicación, que son muy vulnerables porque se apoyan en sistemas informáticos complejos que trabajan en red. El segundo aspecto, según señaló en el citado seminario Wolfgang Hetzer, a la sazón miembro de la Coordinación de los Servicios de Inteligencia de Alemania, 'la necesidad de observación del tráfico internacional para obtener inteligencia en los ámbitos de terrorismo internacional, narcotráfico, contrabando de armas de guerra y blanqueo de dinero'.

Otra tarea de especial preocupación que deberá abordar el nuevo responsable es la utilización de armas químicas y biológicas por parte del terrorismo.

Una ley en espera

Si el Cesid tiene un asunto pendiente es la aprobación de una ley que regule sus actividades y procedimientos, si se tiene en cuenta que en la recogida de información necesaria para la seguridad de los Estados algunas veces los servicios de información bordean la legalidad o la infringen. La ley se completa y desarrolla con un reglamento que suele tener un carácter más discreto. El texto legal debe expresar las prioridades del espionaje y definir los procedimientos, teniendo en cuenta siempre que hay que buscar un límite compatible entre los derechos de las personas y la razón de Estado. Por esto, la ley debe contener con precisión el establecimiento de cuatro tipos de control: el propio del Poder Ejecutivo, el interno del director del servicio (éste se ha venido ejerciendo a discreción de las personas que han ocupado el cargo), el del Poder Legislativo (existe el ejemplo italiano, que tiene una comisión formada por cuatro diputados y otros tantos senadores más los presidentes de ambas cámaras) y, finalmente, el del Poder Judicial, que debe velar por que no se cometan delitos graves o autorizar la transgresión de la ley para obtener datos sin que afecten a personas. En el ámbito judicial existen dos modelos: el de solicitar la autorización judicial para hacer actos extralegales y el de que los jueces intervengan a posteriori en los casos de delitos flagrantes. Hasta ahora, los agentes del Cesid tenían que responsabilizarse de sus actuaciones si había una investigación o, en términos de jerga, 'cada uno se come su marrón'. La aprobación de la ley debe contar con el consenso más amplio de los grupos parlamentarios, al igual que se ha hecho con el nombramiento de Dezcallar. Otro aspecto legal es la clarificación de la dependencia del servicio. Aparentemente, si Dezcallar tiene categoría de secretario de Estado, estará en la órbita del presidente del Gobierno y no dependerá del Ministerio de Defensa, circunstancia necesaria para coordinar todos los servicios.

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