El maratón del tapeo

La malagueña plaza de la Merced, vestigio de la pertenencia de Picasso a Málaga, ha sido tomada hasta el próximo domingo por una representación de 30 restaurantes de la provincia para ofrecer el glosario más variado del tapeo, el arte de comer de pie. Hasta 300 platos diferentes podrán ser probados en el IV Festival de la Tapa de Málaga, que abre al público día y noche.

Serán cuatro días en los que rescatar viejas recetas malagueñas e introducir la novedad y originalidad, aspectos que serán premiados por un jurado que designará la tapa más aceptada. Los platos protagonistas: la típica ensalada malagueña, con patatas, bacalao, aceitunas, naranja y cebolla; los fideos aparte y a la banda; el pescaito frito, el marisco y hasta un puesto especial de espetos de sardinas.

El objetivo de esta fiesta de la tapa, que organiza la Asociación de Empresarios de Hostelería de la Provincia de Málaga (Aehma), es ensalzar la tradición por esta práctica que, según el presidente del colectivo Rafael Prados, siempre ha existido en la ciudad. También se pretende promocionar a los pequeños negocios que no tienen capacidad económica para publicitarse, por lo que en el evento colaboran la Diputación Provincial y el Ayuntamiento.

La entrada a la plaza de la Merced es gratis, pero las degustaciones no, ya que a cada tendero le cuesta unas 300.000 pesetas colocar su puesto, gasto que se diluye en alquiler de parcela, alimentos y algunas invitaciones para que la gente coja el hábito de consumo. Luego, los propietarios canjean los boletos y se llevan su parte.

Los fideos aparte que cocina Naima Rafik van camino de convertirse en el guiso estrella del festival. De esta cocinera sorprende el sabroso punto que le da a un plato malagueño, a pesar de proceder del vecino Marruecos. Le avala la evidencia. Los fideos recién acabados son anunciados por megafonía y los asistentes terminan con la olla en escasos minutos. Rafik es la esposa de Paco Ortega, regente del céntrico restaurante El marisquero, que ofrece gambas, conchas finas, navajas, entre otros mariscos frescos.

Si se habla de originalidad, un esfuerzo digno de elogio lo realiza el restaurante El Azafrán. El jefe de sala del refectorio Javier Ríos explica los nombres de sus creaciones, títulos tan largos como difíciles de encontrar. Está la sopa fría de tomate con virutas de perdiz en escabeche, la lasaña fría de ahumados o las croquetas de 'boletus' (setas).

El presidente de Aehma espera superar en la presente edición las 48.000 personas que, según él, visitaron el encuentro el año pasado y que arrasaron con más de 5.000 litros de cerveza, además del vino y los refrescos. Este año también hay helados y cafés en el recinto, pero no se vende agua mineral, síntoma de que las tapas, mejor con cerveza o un buen vino, siempre bajo los toldos porque el calor aprieta.

Carlota Muñoz dirige El rincón de la abuela, donde dispensa el pisto de la abuela, variedad manchega con berenjenas y calabacines naturales, tomate frito, cebolla y pimiento. También cocina recetas malagueñas, como la tortilla de patatas con salsa de almendras o la ensalada malagueña.

Pero el toque exótico del festival lo pone Alasane Barro, procedente de Malí, que destaca las especias como base de la comida africana. Ha traído de su país el maloni, manjar típico de Malí compuesto por arroz con salsa de pollo, verduras y, por supuesto, muchas especias, que no se pueden encontrar en España y que, según él, 'te ponen las pilas'. El nombre de su restaurante en la capital no está escogido al azar. Se llama Da Kan, que en el idioma maliense significa destino.