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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paternidad a la francesa

Muchos dudan de que la paridad entre hombres y mujeres en política se consiga con una norma, como muchos dudan de que un permiso de dos semanas a los padres reduzca las desigualdades en la pareja. Pero éste es el camino que Francia intenta una y otra vez: usar del poder político para iniciar reformas que, sin el punto de partida de una ley, no surgen por generación espontánea. La medida francesa, que entrará en vigor a partir de enero próximo, no es exclusiva en Europa. En Suecia, Dinamarca o Finlandia, habitualmente a la cabeza en igualdad de sexos y que tuvieron serias crisis de natalidad en décadas pasadas, hay permisos paternos de hasta 40 días.

Pese a la implicación masiva de las mujeres en la vida profesional y a las conquistas feministas, el reparto de tareas en la pareja continúa siendo extremadamente desigual. Dos semanas de vacaciones para los padres, como prevé el proyecto de ley anunciado por el primer ministro francés, Lionel Jospin, no conseguirán la igualdad con las madres, a las que la ley sigue reconociendo 16 semanas por cada uno de los dos primeros retoños, y 26 a partir del tercero. Pero es un paso hacia la mayor implicación paterna. Y responde al creciente número de hombres que no desean sacrificar su vida personal a la laboral.

Como nunca llueve a gusto de todos, la patronal alega que habría bastado con la opción de dedicar a los recién nacidos dos de las siete semanas de vacaciones anuales a las que los trabajadores tienen derecho en Francia. Esa solución le parece mejor que la de cargar a la Seguridad Social con la financiación de este nuevo permiso, y a las empresas con la complicación de organizarse para cubrir las bajas de los nuevos papás. Pero sus pegas están moderadas por el hecho de que las tres cuartas partes de los ciudadanos apoyan la reforma.

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Desde España, donde habitualmente se reconoce un permiso de dos o tres días para el nuevo padre, estas iniciativas se ven todavía como extraterrestres. La llamada Ley de Conciliación de Vida Familiar y Laboral de 1999 contempla un permiso laboral paterno de 10 semanas, a cargo de la Seguridad Social, pero siempre que la madre renuncie a esas mismas semanas de las 16 a que tiene derecho por baja maternal. Dadas las graves implicaciones de nuestro ínfimo índice de natalidad, no estaría de más que el Gobierno explorase seriamente la posibilidad de medidas en la onda de las que se producen en países avanzados de nuestro entorno.

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