Iban Mayo corre muy deprisa
El corredor vizcaíno del Euskaltel ha ganado tres importantes carreras en Francia en las tres últimas semanas
Consultados Rubén y Julián Gorospe, preguntado Jesús Losa, interrogados Sabino Angoitia y otros que le conocieron cuando era juvenil y amateur, sólo se puede llegar a una conclusión: Iban Mayo corre muy deprisa. Lo dicen sus directores y su médico en el Euskaltel, lo corroboran sus antiguos directores: Iban Mayo corre mucho. Para romper el empate se recurre a la opinión del interesado. 'Yo', dice Iban Mayo, 'ni soy escalador ni soy rodador, pero voy muy deprisa en todos los terrenos'.
A esa misma conclusión ya habían llegado, y sin necesidad de preguntarlo, gente como Lance Armstrong, que intentó, infructuosamente, cazar al joven vizcaíno por los Alpes de Saboya; o gente como Christophe Moreau, quinto en el último Tour, o Pavel Tonkov, ganador de un Giro, que le vieron salir disparado en la gárgola de Briançon después de haberle intentado cansar infructuosamente a través de la gran cadena alpina, los colosos Glandon, Croix de Fer, Télégraphe y Galibier; o gente como Moreau, otra vez, y el kazajo Alexandre Vinokúrov, que no pudieron sino seguir su estela por el Macizo Central o en las alturas del Mont Saint Clair, sobre Sête. 'Este chico corre mucho', dijeron cada uno en su idioma.
'Es un tipo de corredor especial', dice Rubén Gorospe, uno de los directores del Euskaltel. 'Es de mediana estatura y de peso medio. No es escalador puro ni tiene cuerpo de rodador y centenares de watios. Pero se defiende subiendo y se defiende en las contrarreloj. Es el tipo de corredor que puede ser Vinokúrov o que pudo ser en su tiempo, y salvando las distancias, Bernard Hinault'.
'Sólo nos falta comprobar su capacidad de recuperación en las grandes vueltas', dice Jesús Losa, el médico del equipo. 'Todavía es muy joven para el Tour, donde queremos llevar un equipo sólido y no experimentar en nuestro debut. Sólo tiene 23 años y está en su segundo año de profesional, y, además, lleva un mes muy cargado de carreras. Pero seguramente lo podremos observar bien en la próxima Vuelta, si es que no nos decidimos a alinearlo en el Tour del Porvenir, visto su amor por las carreteras francesas'.
Amor a primera vista y, flechazo absoluto, correspondido en un abrir y cerrar de ojos. En 25 días mágicos, desde el 22 de mayo en que comenzó el Midi Libre hasta ayer, que terminó la Dauphiné Libéré, dos citas importantes del calendario, pasando hace 10 días por la Clásica de los Alpes, Iban Mayo ha sido Iban el conquistador. Tres triunfos. Importantes: la Midi, la Clásica alpìna y la etapa reina de la Dauphiné.
'Y no ganó la general de la Dauphiné por falta de experiencia', explica Losa. 'Se vació en la contrarreloj de casi 50 kilómetros, una prueba que no ganó por culpa de un pinchazo, y al día siguiente, primera jornada alpina, no había recuperado nada. Estaba muy mal muscularmente y se hundió subiendo la Chamrouse'. Si en la contrarreloj no lo hubiera dado todo, habría perdido como mucho medio minuto más. Pero el día siguiente no habría cedido un cuarto de hora. 'Pero eso no me vino mal para el día grande', reflexiona Mayo. 'Como no contaba para la general salí como todo el equipo, para dar guerra. Y me fue bien'.
'Sí, me gusta ir deprisa. Me cuesta trabajo quedarme quieto. Así que ataco. Pero así somos todo el equipo', dice, hablando tan deprisa como pedalea, Mayo, vizcaíno de Yurre, tierra de ciclocross, juvenil destacadísimo (terminó cuarto en el Mundial de 1995) y amateur desafortunado. Un accidente en 1997 le dejó con los tobillos rotos y al borde de la retirada. 'Como amateur no confirmó todo lo que se esperaba de él', explica Alfonso Galilea, del Banesto aficionado. 'Tardó en desarrollarse, porque dos años después de irse del Banesto ya estalló en el Baqué'.
Iban Mayo, que no le teme a los grandes nombres, sean de puertos, sean de corredores, dejará a todos tranquilos unos meses por lo menos. 'Ahora toca descansar. Volveremos en septiembre'.
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