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Crónica
Texto informativo con interpretación

El toreo por fin

Por fin vimos torear y, cosa rara, a un toro, lo que en Granada, con figuras en el cartel, no deja de ser admirable. Los tres primeros ejemplares habían sido alegres novillotes carentes de trapío, por lo que hubo que esperar a que saliera el cuarto, correcto de presentación, para que se produjera la oportuna conjunción astral. No importa tanto cómo empezó Joselito, sino cómo terminó: un pase de las flores, algo despegado, dio lugar a un circular, al que siguieron dos derechazos magníficamente rematados por bajo y una gran tanda de naturales, lentos, llevados tras la cadera y rematados abajo, tan serios que acabaron con el toro; dos redondos y uno por alto completaron el primor. La faena había sido más larga hasta llegar ahí, pero sólo hay que resaltar la excelencia que ayer, sin duda, logró pintar Arroyo en su segundo toro.

Parladé / Joselito, Tomás, Fandi

Toros de Parladé, tres primeros anovillados, manso el 1º, mejor el 6º. La salida a hombros del ganadero fue injustificable. Joselito: dos pinchazos -aviso-, estocada honda atravesasa, descabello (ovación y saludos); pinchazo, estocada caída (dos orejas). José Tomás: estocada honda trasera desprendida (oreja); estocada caída (dos orejas). Fandi: media estocada fulminante (oreja); pinchazo y estocada contraria, dos descabellos (oreja). Plaza de Granada, 16 de junio. 8ª corrida de abono. Lleno.

Su primera faena fue de poco a nada. Apuntó dos verónicas de recibo y otras dos en un quite a pies juntos; el novillete entró cinco veces al caballo y otras tantas salió suelto. La mansedumbre incierta del animal no motivó la confianza del torero, que se empleó por derechazos picudos y naturales con mucho gusto. Sólo una serie de éstos reunió mérito y calidad.

En el quinto, que presentó menos seriedad de salida, volvió a producirse la comunión entre José Tomás y su público, que era todo. La cosa no parecía en principio que iba a llegar muy lejos, ya que el torero había encontrado el nefasto toque hacia fuera, y sólo un pequeño porcentaje de pases aislados tuvo importancia. La decoración cambió de repente y surgieron los derechazos de muleta retrasada con el pitón lamiendo los muslos. Siguió una entrega emocionante lograda con quietud que llevó el termómetro a romper el mercurio. Una cogida cuando las manoletinas reglamentarias se sucedían en el platillo significó el cenit de la locura. En el segundo, no llegó a cogerle el sitio con el capote y fue autor de una faena larga y lenta: cuatro naturales de una serie, otra por derechazos y dos ayudados por bajo son una pobre cosecha de buen material. Fandi hizo saltar la banca popular en el sexto. Porta gayola, verónicas comprometidas y lopecinas. Con las banderillas fue más espectacular que ortodoxo. Con la muleta mostró sus limitaciones.

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