El mensaje
¿Es posible que quienes se aferran al poder en Argelia sean hasta este punto ciegos, sordos y mudos como para destacar sólo por sus torpes discursos?
¿No ven que el pueblo está a punto de sublevarse contra ellos, contra su poder arrogante, contra su altanería, contra su insaciabilidad y su mezquindad por aprovecharse hasta del último céntimo de los fondos públicos, contra el odio de sus semejantes? No, ellos no quieren ver que (...) es hora de irse. Continúan fingiendo no entender el mensaje escrito con letras de sangre por una juventud que no se deja engañar y que de ahora en adelante está dispuesta a luchar hasta la muerte si es necesario. (...)
Argelia no está todavía en un callejón sin salida, puede ser preservada del caos si, en un último coletazo de dignidad, o simplemente para preservar su lugar como ciudadanos en su país, los que detentan el poder (...) dejan al pueblo escoger los dirigentes y las instituciones que quieren. Por todas partes, incluso en forma de desorden y de una manera titubeante, un auténtico control ciudadano está a punto de repudiar las perversas prácticas llevadas a cabo en lo relativo a la política de renta y la denegación de los derechos.
Tras la apariencia democrática, es la democracia en sentido pleno la que golpea las puertas de Argelia. Lo mejor es no contrariar ese movimiento, de todas formas inexorable. Es hora de devolver Argelia a los argelinos, de quitársela a los nuevos colonos. Es hora de que desaparezcan los rostros del fracaso, la corrupción y el desprecio.
A. Samil
Argel, 15 de junio
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